¿Quedamos a tomar café?

Yo me dispongo a tomarme algún que otro cafetito mientras tecleo, intentando pensar con cada sorbo y escribir entre uno y otro disfrutando de un momento especial en el que pueda volcar ideas, opiniones, sobre libros, música, imágenes, dar rienda suelta a algún que otro desvarío, desahogar algún grito, espero que también algo de humor, a través de esta gran ventana virtual.

Abierta queda. Si alguien quiere tomarse un café conmigo bienvenido sea.

lunes, 25 de febrero de 2013

Un largo invierno


El invierno se está haciendo largo, queremos que llegue la primavera y tal como antaño sacaban al santo en procesión para pedir la lluvia o para pedir que parase de llover así salimos ahora a la calle clamando porque acabe este largo y penoso invierno. Pero ya no necesitamos santos que intercedan por nosotros, nos bastan nuestras voces que entonan cantos y consignas, nuestras manos abiertas que no tienen nada que ocultar, que no empuñan armas, que si acaso, batimos al ritmo de algunos tambores para caldear esta fría tarde y para que su fuerza acompañe nuestros pasos por las arterias principales de nuestras ciudades. Cientos y miles de pasos  que no piden a los dioses porque ya saben que los dioses nada tienen que ver con este invierno que no se acaba.

Nos piden sacrificios y los hacemos, sacrificamos la educación de nuestros hijos, sacrificamos nuestra salud, sacrificamos el derecho a un trabajo y un salario digno, sacrificamos el techo que nos cobija y nos deja a la intemperie en este largo y duro invierno que amenaza con congelar nuestro futuro.

Nos engatusan diciéndonos que ya se va acabar, que ya se está acabando, que ya queda poco, pero cada vez hace más frío y tenemos menos con lo que taparnos mientras ellos siguen bien cobijados bajo gruesas mantas.

Nos quieren hacer creer que no hay otras formas de acabar con este mal invierno, que hemos vivido demasiado tiempo disfrutando del sol y que el sol no es para todos. Parece que ha entrado en una fase de agotamiento y dicen que es porque hemos abusado de él, no ellos, nosotros. Ellos son pocos y escogidos, nosotros muchos, revoltosos, vagos y sobre todo, anónimos, simples números con los que cuadrar sus cuentas, sus estadísticas. Útiles cada cuatro años, un medio para su fin.

Nos necesitan y somos muchos y podríamos ser muchos más. Estamos amenazados porque aún nos queda algo del calor acumulado en ese pasado cálido y no queremos perderlo, pero si el invierno se alarga y seguimos perdiendo y sacrificando aquello que arropa y da calor a nuestras vidas mientras vemos como unos pocos siguen viviendo en su propio verano, quizá llegue un momento en que miles y millones de voces se pongan de acuerdo y griten a un tiempo BASTA YA


Mientras tanto, ajeno a este panorama, febrero se empeña en ser caprichoso y lo mismo nos sumerge en los peores días del invierno y sepulta medio país bajo la nieve como deja que el sol empiece a caldear la tierra y la naturaleza, que está ajena a las cuitas de sus moradores, empieza a despertar de su letargo y se prepara para renovarse un año más. Puntuales como cada año los almendros son los primeros en vestirse para la fiesta y sacan su vestido blanco, fresco y reluciente, para saludar al tímido sol que calienta sus ramas.

Y a nosotros sólo nos queda mirar embobados y preguntarnos como es posible que creyéndonos tan listos, la especie superior de la cadena evolutiva, no seamos capaces de imitar las leyes naturales que llevan millones de años funcionando y que nos dicen que el día le sigue a la noche y que el invierno dura tres meses y que aunque a veces se alargue un poquito la primavera siempre viene detrás para permitir que la vida se renueve y todas sus criaturas puedan disfrutar de ella.

Veo las flores que ya asoman y siento el sol que tarda mas tiempo en recorrer el cielo pero sus rayos no consiguen alejar el frío de este largo y duro invierno que se ha instalado en nuestras vidas sin fecha de caducidad.

jueves, 21 de febrero de 2013

Como de costumbre

Hay días, hay semanas que se hacen cuesta arriba. 
Hay mañanas, cuando suena el despertador y todo tu cuerpo se rebela porque pide a gritos seguir durmiendo, que hay que hacer un verdadero esfuerzo de voluntad para ponerse en marcha. Hay tardes en que caminas cansada hacia casa con el ánimo tan desgastado como el día y piensas en que mañana volverá a ser igual que hoy, igual que ayer y el desánimo definitivamente se te pega a la suela de los zapatos y tira de ti hacia abajo.

Hoy es uno de esos días y esta canción de Alberto Cortez se ajusta como guante a mi estado de ánimo.



¿No os sentís así a veces? ¿No os pesa la rutina?

Mañana será otro día y encontraré debajo de un cojín el ánimo que hoy me falta y pasaré a visitaros y os tendré preparado un cafetito y unas infusiones por si os apetece pasar por aquí.

lunes, 18 de febrero de 2013

Esos locos bajitos




Sin ellos nos sentimos incompletos.

Cuando llegan ponen nuestra vida patas arriba, se instalan en el centro y durante mucho tiempo seguirán ahí haciendo que todo gire a su alrededor. Ni pañales ni llantos ni fiebres podrán con la dicha de estrecharlos en nuestros brazos. Ni rabietas ni noches en vela le ganarán la partida a sus sonrisas y sus abrazos. 

Les enseñamos el camino, los acompañamos mientras nos necesitan y esperamos que solos emprendan el vuelo, que tejan su propia historia y que nosotros sigamos formando parte de ella. 

Su alegría será la nuestra, su felicidad nuestra razón de ser. 

Su dolor también será nuestro, mas nuestro que el nuestro, y nos dolerá cien, mil, un millón de veces más que el propio.

  

Y siempre, cerca o lejos, chicos o grandes, 
estarán presentes en nuestros pensamientos, 
pegados al corazón.



jueves, 14 de febrero de 2013

¿Celebramos el amor?


-¿Hoy?

    -¿Por qué no? 


        -Vale, qué hacemos


            -¿Quieres que veamos un vídeo?


                -¿Un vídeo?


                    -A lo mejor nos sugiere algo, ¿quieres probar?


                         -¿Pero no será un vídeo de animales ¿no?


                              -Venga, dale al play de una vez






-Qué, ¿se te ocurre una idea mejor?

lunes, 11 de febrero de 2013

Corazón coraza, de Mario Benedetti




Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.


domingo, 10 de febrero de 2013

Semana para el amor

   Aunque el título de la entrada haga pensar lo contrario, no soy una persona muy romanticona, de hecho hay quien dice que soy más bien un poco cardo, pero incluso rodeado de púas y espinas todos tenemos un corazoncito que desea ser amado y que necesita amar.

   Estoy convencida de que el amor es el motor que mueve el mundo, sin duda lo es de la vida, sin ese sentimiento básico, irracional, desmedido, absoluto y muchas veces absurdo cualquiera con dos dedos de frente diría eso de paren el mundo que yo me bajo. 
Pero aquí seguimos porque amamos a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros amigos y sobre todo a nuestras parejas y nuestros hijos. Estos dos últimos amores, que cada uno coloque en el orden que prefiera, son sin duda los más potentes, los más fuertes, pero el protagonista absoluto de esta semana va a ser el 

AMOR

el de los enamorados, ése que es capaz de mover montañas, de remover cielo y tierra, de hundirnos en las profundidades o hacerlos volar hasta las estrellas.

   Aclaro que esto de celebrar el amor en fecha fija lo encuentro un poco absurdo y siempre me ha parecido más bien un reclamo comercial, por lo que nunca he celebrado el día de San Valentín, pero voy a aprovechar la semana para rendirle un pequeño homenaje muy particular a este amor-pasión que ha sido la inspiración de tantos poetas, músicos, escritores y pintores.

    Para empezar voy a retroceder en el tiempo.

   Desde mi adolescencia llegan la rima LIII de Gustavo Adolfo Bécquer y la canción Esperanzas de Los Pecos. Especialmente dedicadas a todos aquellos que sintieron su corazón adolescente conmovido por cualquiera de ellas o por las dos.


Volverán las oscuras golondrinas 
en tu balcón sus nidos a colgar, 
y otra vez con el ala a sus cristales 
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban 
tu hermosura y mi dicha a contemplar, 
aquellas que aprendieron nuestros nombres, 
ésas... ¡no volverán!. 


Volverán las tupidas madreselvas 
de tu jardín las tapias a escalar, 
y otra vez a la tarde, aún más hermosas, 
sus flores se abrirán;
pero aquéllas cuajadas de rocío 
cuyas gotas mirábamos temblar 
y caer, como lágrimas del día..., 
ésas... ¡no volverán! 


Volverán del amor en tus oídos 
las palabras ardientes a sonar; 
tu corazón de su profundo sueño 
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas 
como se adora a Dios ante su altar, 
como yo te he querido..., desengáñate: 
¡así no te querrán!



viernes, 8 de febrero de 2013

Charles Dickens, por fin


Hay títulos y autores a los que les perjudica ser conocidos. Empezamos a oír hablar de ellos cuando aún no tenemos edad para que nos interesen o incluso nos los imponen como lectura obligatoria, lo que los hace antipáticos de forma inmediata. También el cine y la televisión con sus adaptaciones de grandes títulos literarios nos hacen creer que ya los conocemos cuando en realidad sólo es un sucedáneo. A veces incluso es una buena adaptación que nos descubre una gran historia pero que nos aleja del autor que la creó.
Es lo que a mí me pasaba con Charles Dickens. Conozco sus obras a través del cine, la televisión y el teatro y siempre que las he visto me han parecido grandes historias llenas de personajes interesantes pero con ellas me he ido conformando sin ir a buscar la fuente.

En los últimos meses desde distintos blogs he ido leyendo reseñas sobre algunas de sus obras que han puesto en funcionamiento una señal de aviso en mi cerebro. Poco a poco, reseña a reseña, esa señal se ha convertido en un brillante haz de luz que a ráfagas iluminaba carteles con mensajes como estos:



No podía seguir dejándolo pasar. Tenía que sacudirme la pereza, la inercia de ir a las novedades, dejar de pensar que ya lo conozco porque no es así, en absoluto. La hora de Dickens había llegado por fin, solo quedaba elegir un título y buscarlo o explorar lo que tenía al alcance de la mano y dejar que el título me eligiera a mí.
En mis estanterías no había nada que explorar, no tengo ninguna obra suya. Pensé en ir a la biblioteca, pero recordé que con el lector electrónico venían un buen número de obras clásicas de distintos autores y empecé mi exploración por ese camino. Allí estaba la carpeta: Charles Dickens, la abrí y efectivamente hubo un título que atrajo mi atención, quizá por resultarme menos familiar: Historia de dos ciudades.

Supongo que no podía ser de otra manera, que con semejante autor no cabía otra posibilidad pero lo cierto es que apenas con las primeras páginas ya me tenía rendida a sus pies. Independientemente de la historia que fuera a serme revelada en las siguientes páginas, lo verdaderamente placentero era leerlas, saborear las palabras y la construcción de las frases. Palabras y frases que sin necesidad de largas explicaciones, con pinceladas precisas nos muestran los escenarios y nos presentan a los personajes que por ella transcurren, ya sean principales o secundarios.

Esta novela nos lleva a conocer Londres y París a finales del siglo XVIII. En la primera se vive en paz, con enormes desigualdades e injusticia pero en paz. En la segunda el pueblo cansado de una situación insostenible inicia una revolución. La historia se desarrolla a caballo entre una y otra ciudad, con personajes de ambas nacionalidades que nos muestran como se vivía en aquel tiempo y como afecta a sus vidas el estallido de la Revolución en Francia. 

Resulta muy interesante el dibujo de la sociedad de la época y de esos primeros años revolucionarios que bajo el lema de Libertad, Igualdad, Fraternidad o Muerte no dejan de ser sangrientos, injustos y crueles. No diría yo sin embargo, que la historia destaque especialmente por los hechos narrados sino que lo que la convierte en una novela extraordinaria es la maestría de Dickens a la hora de contárnosla. Parece evidente que a mi ha sabido convencerme con una sola de sus obras y no tengo ninguna duda de que las siguientes sólo vendrán a confirmar esta primera impresión tan gratificante.

Me alegro mucho de haberme decidido a dar este paso por fin, no sólo por poder tachar este nombre de esa lista que casi todos tenemos (por muy devoradores de libros que creamos ser) y que nos avergüenza airear, cuyo encabezamiento sería: 

Grandes autores imprescindibles de los que de momento he prescindido

Sino sobre todo porque realmente me ha servido para constatar que Charles Dickens tiene bien merecido ese título y su Historia de dos ciudades me ha deparado unas horas de lectura donde no había intriga, ni tensión, ni prisa por llegar al final, solo el placer reposado de degustar cada página como si de un bocado exquisito se tratara.

Tengo claro que una sola novela no es suficiente para poder colgarme el cartel de  


así que me sería de gran ayuda saber cual es vuestra novela favorita de Dickens a la hora de decidirme por la siguiente.

¡Espero vuestras sugerencias!

lunes, 4 de febrero de 2013

Invierno desde la carretera


Me acomodo en el asiendo del copiloto, dejamos atrás la ciudad y su periferia, los enlaces de carreteras, los carteles publicitarios y los centros comerciales. Sólo la carretera, el paisaje y la música...


Me encanta este tiempo suspendido en la nada mientras el coche se come los kilómetros a toda velocidad. En un momento también los pensamientos echan a correr y se escapan en todas direcciones mientras se deslizan ante mis ojos, sin apenas darme cuenta, el perfil rocoso de las montañas y la extensión infinita de los campos sembrados. Los sotos de arboles pelados en los márgenes de un río y la desolación del páramo castellano. Todos los paisajes nos cuentan su historia, la iglesia que aparece a la vuelta de una curva, la sorpresa de un pantano tras un cambio de rasante, las viejas casas de piedra de ese pueblo por el que ya no pasa la autovía. El invierno se ha instalado en los campos que empiezan a reverdecer con una ligera pelusa de hierba que asoma en la mullida tierra húmeda de rocío.



Las ramas desnudas de los árboles pasan veloces recortadas contra el gris del cielo y me hablan de su tristeza, pero a mi gusta el dibujo en tinta china que pintan en la distancia. Como me gusta ese solitaria encina que hace guardia entre el sembrado. 













Las nubes que se cierran, que se desprenden del agua que les pesa y desdibuja el horizonte. No importa, mientras no sea un aguacero, es una delicia verla caer a tu alrededor desde el refugio del coche.


Se acomoda mi ánimo a ella y disfruto del matiz de acuarela que le presta al paisaje. 




Tampoco nos va a faltar en este viaje la niebla, como hilachas de algodón que se descuelgan por un momento velando suavemente los contornos, dejando a trozos que el sol se cuele a su través para regalarnos momentos mágicos tan breves que no se dejan atrapar por la cámara. 

Neblina que colma el fondo del valle un momento y que poco después se alza engullendo a los coches que avanzan sin descanso hacia esa masa blanca que ya nos envuelve.



Se pierde el horizonte, se pierden las referencias, solo quedan fantasmales árboles a la vera del camino que pasan raudos a nuestro lado. 





Sol y nubes, lluvia y niebla y sol de nuevo. Raspando los dientes de la sierra madrileña, sobre los campos de Castilla, entre los dulces prados verdes del norte…


Música que acompaña al pensamiento, pensamientos que acompañan al paisaje, paisaje que se mece en la música, en este tiempo fuera del tiempo. 


   No hay prisa por llegar, lo importante es el camino. 



domingo, 3 de febrero de 2013

Un viaje de tres minutos





Ya sabéis de mi afición a la fotografía y que me gusta montar vídeos con ellas. Hasta ahora lo colgaba en el blog desde mi ordenador, pero en esos casos no puedo hacer nada por cambiar el tamaño así que me he decidido a subirlos a YouTube y descargarlos desde allí.

Un pequeño viaje de tres minutos acompañados por la música que Michael Nyman compuso para la película  El piano. 
Para esta tarde de domingo os dejo las imágenes y la música. Mañana volveré con las palabras.

¡Espero que os guste!