¿Quedamos a tomar café?

Yo me dispongo a tomarme algún que otro cafetito mientras tecleo, intentando pensar con cada sorbo y escribir entre uno y otro disfrutando de un momento especial en el que pueda volcar ideas, opiniones, sobre libros, música, imágenes, dar rienda suelta a algún que otro desvarío, desahogar algún grito, espero que también algo de humor, a través de esta gran ventana virtual.

Abierta queda. Si alguien quiere tomarse un café conmigo bienvenido sea.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Había una vez...


Hoy  quería hablaros del libro mas importante de mi vida. No, no vais a salir corriendo a buscarlo. No es una lectura imprescindible. En este caso lo importante no es tanto lo que nos cuenta como el libro en sí mismo. Este libro es esencial en mi vida porque fue EL PRIMERO y durante mucho tiempo el UNICO,  el que abrió la puerta por la que han llegado todos los demás.


Genuina pizarra principio años 70 (álbum familiar)
Parece ser que en realidad mi ansia lectora surgió desde el mismo momento en que aprendí a juntar las letras para formas palabras y frases con sentido. Desde “mi mamá me mima” y “toma la lata de tomate”. Como si de un conjuro se tratara, al decir estas frases instantanéamente aparece ante mi la pizarra de la clase de parvulitos en la que están escritas.

 clase de parvulitos, genuina cartilla Amiguitos (álbum familiar)
En aquellos tiempos muy, muy lejanos los niños empezábamos el cole con 4 años y por entonces en cuanto entrabas te ponían el babi, te sentaban en un pupitre y te colocaban delante la cartilla de Amiguitos, un lápiz y a trabajar: escribir, leer, sumar y restar. No había canciones, ni juegos, ni pintura de dedos. Con ese panorama no me dejaban muchas opciones, lo único emocionante debía ser descubrir lo que escondían  aquellas palabras escritas sobre papel. 
No recuerdo lo que leía en el cole, sí recuerdo a mi madre contando como las profesoras le decían que ya no sabían que más darme para que leyera, porque debí agotar las existencias de la clase de parvulitos mucho antes de que en junio nos echaran a la calle a jugar.

Yo era pues la pobre niñita incomprendida, porque en casa no había ni libros, ni cuentos ni dinero para dedicarlo a algo que no fuera de primerísima necesidad. Y en casa no consideraban primerísima necesidad que la niña leyera cuentos. Afortunadamente había  una tía joven y soltera, que trabajaba y podía distraer parte de su dinero a favor de sus sobrinos y a la que le gustaba leer, por lo que era mas dada a regalar cuentos que muñecas, ella no podía ser otra cosa que ¡UN HADA MADRINA!

El verano en que cumplía 6 años toda la familia se desplazó a Barcelona para asistir a la boda de la sobrina mayor y aquello se convirtió en unas vacaciones maravillosas rodeada de un montón de tíos y primos. Tuve la inmensa suerte de que mi cumpleaños acertara a caer dentro de esos días, lo que me convirtió en LA PRINCESA a la que todos besaban y felicitaban. 

En aquel entonces recibir regalos no era tan común como en estos días, por lo que cualquier pequeño detalle se convertía en un acontecimiento. Yo estaba contentísima con lo que iba recibiendo pero todo quedó relegado cuando llegó mi hada madrina y me entregó un  auténtico TESORO.



Mis ojos se abrieron como platos al ver el regalo y la emoción que sentí entonces sigue llenándome ahora cada vez que lo abro. Supongo que no podía ser de otro modo, porque las hadas madrinas siempre saben qué regalo tienen que hacer.

En mis manos tenía el cuento  LA CENICIENTA.



Se convirtió en mi posesión mas preciada, lo miraba y remiraba, lo leía y releía, y cada vez sentía la misma fascinación inagotable, lo encontraba tan hermoso y la historia me parecía tan maravillosa que no me cansaba nunca de ella.


                    …y como casi siempre estaba en la 
                                             cocina y sus vestidos se manchaban 
                                                                        de ceniza, la llamaron Cenicienta.

y aunque los años y el mucho uso han pasado factura a sus tapas y su lomo, su interior sigue brillando como el primer día, su olor sigue evocando cientos de tardes asomada a sus páginas, sus colores todavía me hacen soñar con príncipes y aún ahora soy capaz de recitar el pequeño texto que acompaña cada hoja y sus palabras siguen sonando a mis oídos como una hermosa melodía.


                         Más entonces apareció su Hada Madrina,
                                          la cual trocó sus harapos en precioso vestido 
                                                                 y a una calabaza convirtió en carroza...
         

                      ...al oir que sonaban las doce campanadas
                                         tuvo que salir huyendo, y con las prisas
                                                           perdió uno de sus lindos zapatitos de cristal.


                     Y ante el asombro de las hermanastras de Cenicienta,
                                      que vieron como el zapatito se amoldaba al pie
                                              de la niña, el príncipe reconoció en ella a su amada...

No podía perderse entre otros cuentos, ni entre otros juguetes porque no los había, por lo que su magia era mas potente y su efecto muy intenso.
Con el tiempo otros cuentos vinieron detrás, no muchos la verdad, y ninguno tan hermoso, pero los años pasaron también por mí y yo quería conocer todas las historias del mundo y las aventuras desplazaron a las princesas y la realidad desplazo a las aventuras y los libros primero muy despacio y cogiendo velocidad como yo aumentaba años fueron ocupando mis estanterías y mi tesoro quedó un poco olvidado, relegado a un rinconcito.

Sin embargo otros posteriores se han quedado por el camino, perdidos en una mudanza o en un préstamo, algunos incluso he querido perderlos con toda intención. Pero LA CENICIENTA nunca se ha quedado atrás, no ha salido de casa (la que tuviera en ese momento) aunque en casa haya pasado por las manos de muchos niños y por muchos libros que pueda seguir acumulando ninguno podrá quitarle su título de JOYA INSUSTITUIBLE cuyo valor simplemente no se puede medir.




                                                Y colorín, colorado....

22 comentarios:

  1. Preciosa entrada y hermoso cuento el que nos acabas de narrar, tan lindo o mas que el de Cenicienta.
    Como me identifico contigo en mis años de niña hubiera dado mi pan con chocolate por un cuento.

    Un beso.

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    1. Me encantaba el pan con chocolate y también lo hubiera cambiado si hubiera podido por tener más cuentos para leer.
      Besos

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  2. Qué entrada más bonita, me ha gustado mucho y me ha parecido muy original. El cuento de La cenicienta es uno de mis favoritos
    besos

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    1. Por intercambiar gustos, a mi el de Caperucita roja siempre me ha dado pavor.
      Besos

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  3. :) quien ha tenido un hada madrina regalando libros, no puede olvidarlo y sigue y sigue leyendo.
    Lo que más me ha emocionado de tu entrada son tus recuerdos de niñez tan bien guardados como tesoros.
    Mi primer libro recordado fue un manual de aprendizaje de lectura, con un animalito para cada letra: Menos poético que lo tuyo pero yo sospechaba que allí estaba la clave de todos. Y encima tuve una maestra maravillosa...

    Besotessss
    PS Ay!!! con el maldito zapatito de "cristal" buuuaaaa!!!! Duelen las malas traducciones :( y a mí, este zapato me duele... en los ojos ;)

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    1. Lo bueno del paso del tiempo es que casi siempre acabamos atesorando lo bueno y desechando o guardando muy, muy al fondo lo malo.
      Este recuerdo en concreto está envuelto con las mejores galas y afortunadamente puedo echar mano de él en cualquier momento.
      Las buenas maestras también se merecen un rincón especial de la memoria.

      Ya leí en tu contestación a una entrada sobre este cuento de Mientrasleo que lo del zapatito de cristal es una malísima traducción. Yo no puedo ya quitarme de la cabeza la imagen del zapato de cristal, pero te confieso que de niña ya me chocaba mucho, ¿cómo podía alguien andar o bailar con un zapato de cristal? era descabellado. Me convencía mucho más la magia del Hada Madrina transformando calabazas en carrozas y ratones en caballos.
      Besos

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  4. Oooh!! las fotos de álbum familiar, los recuerdos de infancia compartidos y ese tesoro, han sido un lujo en este post, pero encima contado así es una delicia a repartir.
    También tuve un hada madrina como la tuya, de esas tías (en mi caso tía-abuela) solteras que siempre andan cerquita y que nos decía ¿dónde están mis colorines? preciosos instantes.

    Un beso

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    1. Es una suerte que haya muchas hadas madrinas con poder para repartir alegría, dulces y buenos momentos entre los niños. Todos deberían tener una ¿verdad?
      Besos

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  5. Muy bonito, también me parecen preciosas las ilustraciones, acepto ese cafecito que me invitas en tú cabecera del blog, paso por aquí y me quedo gustosa!!!
    Si te apetece tomar otro, ya sabes pásate por él mio y estas invitada.
    Besitos.

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    1. Bienvenida, estaré encantada de que pases cuando quieras a tomar café. Ahora en un ratito paso a devolverte la visita.

      Me alegro de que de haya gustado la entrada.
      Besos

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  6. ¡Qué entrada más bonita! Me has hecho recordar una pequeña colección de cuentos clásicos que tenía troquelados. Supongo que estarían tan currados que mi madre decidiría en algún momento que había llegado el fin de sus vidas... Pero qué de veces los leía y releía. Eran los únicos cuentos que tenía en casa y no había noche que no me llevara uno de ellos a la cama. Pero curiosamente el que más recuerdo es la historia que menos me gustaba, El traje nuevo del emperador.
    Besotes!!!

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    1. Yo también recuerdo mucho uno de esos cuentos troquelados pero tampoco lo conservo. Cómo teníamos pocos nos acordamos más de ellos.
      A mi El traje nuevo del emperador me gustaba mucho, yo lo tenía dentro de un tomo de Cuentos Escogidos, que desgraciadamente tampoco conservo, que tuve cuando era un poquito mas mayor.
      Besos

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  7. Mis hadas madrinas fueron: mi padre, que me compraba los cuentos y los tebeos y mi abuela, que me los contaba o me ponía la radio para que los escuchara. ¡Qué suerte tuve en tener DOS HADAS! Las pena es que no conservo ninguno de los cuentos... en papel, pero sí en mi memoria. Un beso.

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    1. Sí que tuviste suerte Koncha, porque además con los cuentos que te leía tu abuela guardas junto al cuento el recuerdo del momento compartido.
      Yo en papel sólo conservo éste, los demás también tengo que fiarlos a la memoria.
      Besos

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  8. Me ha encantado esta entrada, Jara. Siempre me gusta conocer el primer libro de otros lectores porque, al fin y al cabo, son responsables de nuestra afición. Gracias por compartirlo. Un beso.

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Estoy muy orgullosa de este cuento y me apetecía compartir la experiencia.
      Besos

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  9. Una entrada preciosa, JAra, en la que nos transmites la pasión por una historia y el comienzo de una pasión.
    Gracias por compartirlo, también fue mi primer libro
    Besos

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    1. ¡Qué casualidad!
      Me alegra mucho haber conseguido transmitir lo que ha significado para mí este regalo aparentemente tan sencillo.
      Besos

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  10. Precioso post y homenaje a tu libro.Me ha encantado. Un besote!!

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Creo que Cenicienta está encantada de volver a ser la protagonista y de asomarse a tantos sitios nuevos.
      Besos

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  11. Que entrada más emotiva, me has recordado un cuento que yo tenía también y que como tu dices era único porque entonces no teníamos tantas cosas como tienen ahora los niños.Un besazo

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    1. He descubierto en el poco tiempo que llevo metida en este mundo bloguero que una de las mayores satisfacciones que me da, es este intercambio, compartir experiencias, comentarlas, descubrir afinidades comunes o discrepancias si es necesario, pero en cualquier caso este contacto tan gratificante.
      Me alegra que mi cuento haya rescatado al tuyo de ese rinconcito de tu memoria en el que descansaba.
      Besos

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