Rabia, rabia siento. Me apetecería
desahogarla. Gritarla. Nos están tomando el pelo y nos lo estamos dejando
tomar. Nos quedamos en nuestras pequeñas parcelas cómodas y seguras. Tenemos
casa, tenemos trabajo, gastamos en libros, en cine, en cervezas, en viajes, cada
vez es menos seguro hasta cuando podremos tenerlo, pero mientras tanto allá
penas. Mientras les toque a los demás y a mi no, vamos tirando. Dejando que nos
cuenten lo que les da la gana, que nos digan que tenemos que aguantar, que hay
que apretarse el cinturón, que esto es lo que hay.
Es lo que hay ¿para quién? ¿quién tiene que
apretarse el cinturón? aquellos que están pasándolo realmente mal ¿a quienes les
importa? ¿a los mercados? ¿a los banqueros? ¿a los gobernantes? ¿al vecino? ¿al
compañero? Solo nos duele cuando nos da de lleno, no escarmentamos en cabeza
ajena y desde luego a quienes no les toca nunca de ninguna manera es a los
mismos que toman todas esas medidas, que deciden y dejan que decidan otros aun
mas lejanos, sobre nuestro trabajo, sobre nuestros derechos.
No están tomándose medidas para que el país de
todos funcione mejor, para que la economía de todos funcione mejor, no señor.
Las medidas que se toman son solo para que unos pocos, los de siempre, los que
tienen el dinero y el futuro asegurado puedan seguir ganando más a expensas de
una gran mayoría que debe conformarse con trabajar muchas horas a la semana,
con la amenaza permanente del despido, permanentemente coaccionados. Los jefes (señor/a
todopoderoso que decide quien trabaja y quien no) siempre tendrán la sartén por
el mango, nadie es insustituible, nadie está a salvo. A las puertas, esperando,
hay miles rifándose la oportunidad de trabajar aunque sea por unos meses,
aunque sea por un sueldo mísero.
A ellos, a los de siempre, solo les interesa
que tengamos lo mínimo para seguir dando vueltas en la noria detrás de nuestra
zanahoria.
No debemos tener mucho tiempo para pensar por
nosotros mismos, para disfrutar del ocio. Hemos tenido un pequeño amago de lo
que podría ser una vida mejor y eso es peligroso, porque resulta que alguien
tiene que trabajar y no van a ser ellos, faltaría más.
Somos unos vagos, eso es lo que somos, que
queremos vivir bien sin dar un palo al agua, queremos que nuestros hijos tengan
una buena educación, que tengan las mismas oportunidades nazcan donde nazcan,
que la sanidad que pagamos con nuestro trabajo no tengamos que volver a pagarla
para llenar los bolsillos de unos pocos, que las carreteras no sean una hucha
cuya llave solo tienen unos cuantos, que los vecinos de cualquier pueblo tengan
asegurado un medio de transporte que les permita acceder a los mismos servicios
que los habitantes de la capital y que ese sea el beneficio que debe esperarse
del servicio que se presta.
No les dejemos que mercadeen con todo, que
todo deba tener una rentabilidad medida en euros, que se privatice todo en
beneficio de unos pocos que, no nos engañemos, serán siempre los mismos y serán
los mismos que nos gobiernen y los mismos que decidan por nosotros, sin contar
con nosotros, qué está bien y qué está mal.
Lo público es de todos y el beneficio debe ser
para todos, todos debemos pagarlos con nuestros impuestos y nuestras cuotas y
todos debemos recibirlos cuando los necesitemos. Ya sea un trasplante de
corazón, la actuación del ejército en una catástrofe, la investigación científica
que ayude a la curación de una enfermedad rara, de esas de las que no se va a
encargar nunca un laboratorio privado porque lo que afecta a unos pocos no es
rentable, o la intervención de los bomberos en un rescate, en un incendio, en
un accidente.
Bajo la excusa de la crisis nos están
despojando de pedazos y pedazos de derechos, de bienes comunes, de servicios
básicos, de garantías que ha costado mucho conseguir, que quizá no funcionaban
todo lo bien que nos gustaría, pero es que ahora simplemente van a dejar de estar
o vamos a tener que pagar más por menos.
De puertas para adentro despotricamos mucho,
pero a la hora de la verdad agachamos la cabeza. Unos porque realmente tienen
la soga al cuello y no pueden jugarse el puesto de trabajo, otros porque nos
contamos excusas que nos permitan vivir con nosotros mismos y todos en último
término somos cómplices de lo que está ocurriendo, del desmantelamiento de una estructura
social y de servicios que no era la mejor posible, ni mucho menos, pero que estamos
dejando en el esqueleto.
Hay quien se arrodilla y reza: “virgencita,
virgencita, que me quede como estoy”
Hay quien tira por la calle del medio:
“sálvese quien pueda y tonto el último”
Hay quien adopta la actitud de los tres monos
sabios juntos: no ven, no oyen, no hablan.
Hay quien pretende manifestar su descontento
por todo ello y se lleva unas hostias como unos panes (hay quien se aprovecha
del río revuelto también)
No voy a hacer hincapié en quien ha podido
tener la culpa de haber llegado a este punto, de a quien le ha interesado
llevarnos hasta él. Está claro que ahora de lo que se trata es de salir del
barranco, pero me resisto a pensar que la única forma sea la que están
intentando vendernos, que la fórmula pase por formar una montaña cuya cúspide
esté ocupada por los líderes: los que detenta el poder y el dinero, la iglesia
en su limbo aséptico e intocable y en la base, amontonándonos como mejor
podamos, todos los demás, la gran masa de gente anónima nacida para trabajar
sin chistar, dando gracias al padrecito que nos da un puesto de trabajo que nos
permita pagarle por todos los grandes servicios que nos presta. Solo nos queda
morir por ellos en la guerra para olvidar que estamos en el siglo XXI.
Hay mucha gente que piensa que se dan demasiadas
situaciones de abuso y que hay que tener mano dura y no permitir desmanes. Vivimos
en un país de pillos, siempre dispuestos a escaquearse y burlarse del sistema y
además a vanagloriarse después de ello. Y es cierto, aunque mucho menos de lo
que nos quieren hacer creer.
Pero estando mal como lo está, cobrar el subsidio
y trabajar bajo cuerda, estando mal que el fontanero, el electricista, el del
taller, etc, etc, te hagan un presupuesto sin IVA y tu lo aceptes para
ahorrarte unos euros, estando mal intentar engañar al fisco con el escaso
margen que tiene un asalariado, estando mal que el abuelo saque con su cartilla
de pensionista alguna medicina adicional para la familia, que el que mas y el
que menos busque la manera de sacar beneficio del sistema público...
¿No es muchísimo peor la corrupción endémica de este país que afecta a casi todos los políticos sean del signo que sean, en mayor o menor medida, (no voy a entrar a decir: tu mas)? ¿Que haya quien acumule varios altos cargos públicos y lo compatibilice con otros puestos privados y pueda cobrar por todos ellos una cantidad mensual que muchos quisieran cobrar al año? ¿Que se repartan prebendas, se adjudiquen obras, se cobren comisiones no por unos cientos de euros, sino por millones, aprovechando el puesto de privilegio que ocupan? ¿Que casi cada político se ocupe de colocar en rimbombantes e inútiles puestos de confianza a familiares y amigos, con unos generosos sueldos y sin mas merito que ése? ¿Que haya directivos de bancos que se “jubilen” con pensiones millonarias y tras su marcha el banco tenga que ser “rescatado” por el estado con el dinero de todos so pena que se hunda el sistema financiero? ¿Que al calorcito de la monarquía (que como mero objeto decorativo nos sale un poco cara) haya quien se ha embolsado unos milloncitos de nada? ¿No es sangrante que si a ti se te olvida, se te pasa o se te planta que no quieres pagar un impuesto o una multa te embarguen en menos que canta un gallo tus cuentas bancarias, tu sueldo o tu devolución de la renta y que luego tengas que oír hablar de amnistía fiscal a grandes empresas que no deben unos pocos cientos de euros, sino millones? ¿No resulta bochornoso que aquellos que claman y acusan a los que se aprovechan del sistema para vivir a la sopa boba (“que se jodan”) aprovechen sin rubor su privilegiada situación a poco que se les presente la ocasión? ¿Cómo pueden tener todos la cara tan dura y salir por la televisión pidiéndonos resignación y comprensión?
¿No es muchísimo peor la corrupción endémica de este país que afecta a casi todos los políticos sean del signo que sean, en mayor o menor medida, (no voy a entrar a decir: tu mas)? ¿Que haya quien acumule varios altos cargos públicos y lo compatibilice con otros puestos privados y pueda cobrar por todos ellos una cantidad mensual que muchos quisieran cobrar al año? ¿Que se repartan prebendas, se adjudiquen obras, se cobren comisiones no por unos cientos de euros, sino por millones, aprovechando el puesto de privilegio que ocupan? ¿Que casi cada político se ocupe de colocar en rimbombantes e inútiles puestos de confianza a familiares y amigos, con unos generosos sueldos y sin mas merito que ése? ¿Que haya directivos de bancos que se “jubilen” con pensiones millonarias y tras su marcha el banco tenga que ser “rescatado” por el estado con el dinero de todos so pena que se hunda el sistema financiero? ¿Que al calorcito de la monarquía (que como mero objeto decorativo nos sale un poco cara) haya quien se ha embolsado unos milloncitos de nada? ¿No es sangrante que si a ti se te olvida, se te pasa o se te planta que no quieres pagar un impuesto o una multa te embarguen en menos que canta un gallo tus cuentas bancarias, tu sueldo o tu devolución de la renta y que luego tengas que oír hablar de amnistía fiscal a grandes empresas que no deben unos pocos cientos de euros, sino millones? ¿No resulta bochornoso que aquellos que claman y acusan a los que se aprovechan del sistema para vivir a la sopa boba (“que se jodan”) aprovechen sin rubor su privilegiada situación a poco que se les presente la ocasión? ¿Cómo pueden tener todos la cara tan dura y salir por la televisión pidiéndonos resignación y comprensión?
¿Exagero? ¿No se os vienen a la cabeza
nombres, caras y casos que al final en muchas ocasiones ni siquiera tienen
consecuencias políticas, no digamos ya penales?
Triste es el panorama que tenemos delante,
triste es que no parezca haber alternativas, triste que ni siquiera se planteen
alternativas.
No me puedo creer que todo fuera fachada, que
los logros conseguidos no sean mas que un castillo de naipes que tiembla a
punto de derrumbarse y que nos quedemos mirando impotentes como van cayendo las
cartas una a una.
Yo espero y deseo mantener lo que tengo, no
tirar por la calle de en medio, no cerrar los ojos, no taparme los oídos y a
veces, hablar para no reventar.
Una de las pocas opciones que tenemos a
nuestro alcance es la de manifestar nuestro descontento, nuestro desacuerdo con
todas estas medidas que nos van ahogando, que a base de tijeretazos nos van a
dejar en cueros.
Yo asistí, junto a cientos de miles de
personas de todas las edades, a la manifestación del miércoles pasado en Madrid
con la esperanza de hacer llegar el mensaje, sin mas intención que esa y al
finalizar, como la inmensa mayoría de asistentes, volví tranquilamente a casa a
cenar y ver la tele.
No
dejemos que la cuerda se rompa por el punto más débil.
(Me había propuesto al iniciar este blog no meterme en jardines de este tipo pero hoy al ponerme ante el ordenador esto es lo que me pedía el cuerpo y el ánimo, así que he dejado que los dedos volaran sobre el teclado y que la indignación se desparramara entre los párrafos.)
¿Escuchas mis aplausos? Totalmente de acuerdo con esta magnífica entrada. Y me quedo con el final, aún nos queda la esperanza de que todo esto no se desmorone, pero hay que salir y luchar, no quedarnos en casita esperando que sean otros quienes lo hagan. Porque aquí, quitando a los que están ahí arriba, vamos a salir todos bien tocados.
ResponderEliminarBesotes!!!
A veces lo peor de todo es la sensación de impotencia. Al menos que podamos gritar nuestro desacuerdo. Habrá que echar mano de lo poco que podemos hacer en esta situación, además de resignarnos.
EliminarBesos
No exageras nada, sólo hay mirar a nuestro alrededor para ver la tristeza en la cara de la gente, sólo hay que ver las noticias, las huelgas, las manifestaciones...y desde luego que todos debemos ir a por todas y no quedarnos en casa. Tenemos derecho al pataleo y ese no nos lo van a quitar por muchos polícias con placa o sin ella que nos quieran apalear.
ResponderEliminarUn abrazo solidario.
No nos dejan otras salidas. Las que tenemos debemos ponerlas en práctica aunque luego intenten manipularlas también.
EliminarBesos
Es un tema muy complicado. Y lo peor no es como vaya la cosa ahora sino la poca pinta que tiene de mejorar ni a corto ni a medio y casi ni a largo plazo.
ResponderEliminarBesos
Es un tema complicadísimo y lo malo precisamente es que el futuro pinta aún mucho peor. Lo que no tengo nada claro es que no haya otras soluciones.
EliminarBesos
Para enmarcar y colocar en todos los asientos de "Bussines Class" sin ir más lejos... Sí, es lo que toca, jara, y casi no queda ni el derecho al pataleo aunque sea sentados en el suelo.
ResponderEliminarTu "casa" es TU "casa" y si un día como hoy quieres hablar de ello y patalear y desahogarte, estás en tu derecho aunque no fuese tu intención primera meterte en tales jardines.
Un abrazo del alma.
Oye, de lo de los aviones no me acordé yo. Excelente idea.
EliminarQuería escribir otras cosas, pero por determinadas razones el tema me rondaba la cabeza y no era capaz de quitármelo. Al final ganó la necesidad de sacarme de encima la rabia, aunque tuviera mis dudas.
Besos
Felicidades por esta publicación, Jara. Me quito el sombrero ante tus palabras. La realidad es tal como la cuentas, no hay más. Gracias por compartir tus reflexiones. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti Jesús por las tuyas.
EliminarNo me resulta fácil expresar este tipo de opiniones en un medio tan abierto, no estoy acostumbrada. Tuve mis dudas pero ganó el impulso de desahogarme. No tengo claro si escribía para los demás o para mí misma.
Besos
Pues que te voy a decir que tú no sepas, Jara. Que esa rabia la tenemos por arrobas, están nuestros bolsillos llenos. Y que viene muy bien desahogarse aquí y luchar ahí fuera, en la calle, como tú y muchos (no 35.000) hacemos.
ResponderEliminarY que en estos jardines es donde hay que estar, que para ir al Retiro siempre habrá tiempo. Y los que no lo hacen, esperemos que se vayan subiendo al carro. Que hay sitio de sobra...
¡Besazos, Jara! Y a seguir en la lucha...