Te recuerdo sentado en un banco del Retiro
esperando paciente a que nos cansáramos de columpiarnos. Y la pregunta
invariable cuando me veías llegar antes de tiempo y sentarme a tu lado sin
decir nada: ¿ya te has mareado?
Recuerdo verte llegar entre la gente con la
visión borrosa por las lágrimas y sacudirme en el culo, sin mucha fuerza, la
verdad, con el periódico que llevabas en las manos, tan aliviada por dejar de
estar perdida que la regañina y el azote me sabían a gloria.
Te veo al borde de un campo de fútbol de
tierra un domingo por la mañana, disfrutando con esos chavales de barrio que
jugaban su partido como si no hubiera nada mas importante en el mundo, mientras nosotros jugábamos cerca.
Veo tus manos que echan mano al bolsillo para
sacar un puñado de caramelos o unos frutos secos y la alegría de tus ojos que
reflejan la nuestra.
Te veo llegar cansado, con los hombros caídos,
tras una larguísima jornada. Hay que echar horas extras, el sueldo no llega.
Las películas del oeste, el Un, dos, tres, los
toros y el fútbol, sentado a la mesa camilla con un vasito de vino blanco, algo
de queso o embutido en un platito y la incuestionable presencia del paquete de Celtas.
Recuerdo el asombro que me produjo descubrir ese
caudal de ternura inagotable al recibir en los brazos a tu nieta. El orgullo de
mostrarla por el barrio, de llevarla a dar una vuelta en los caballitos del
Cine París.
¿Sabes? Ha habido otros. Niños y niñas que no
han podido jugar contigo a “tope tope”, pero yo lo he hecho por ti.
¡Ah! Esa felicidad del 1 de agosto cuando
llegaban las vacaciones y ese año se podía ir al pueblo. Qué extraña me parecía
entonces, no acababa de entender esa exultante alegría que salía por todos los
poros de tu piel. Esa alegría no me parecía propia de padres, sólo de niños ante
la aventura de las vacaciones.
Era tu sueño. Sólo mucho más tarde lo supe.
El anhelo de la jubilación, como liberación,
para poder volver al pueblo.
Nunca pudiste cumplir tu sueño. Se truncó
demasiado pronto. Incomprensiblemente.
Te recuerdo… te recuerdo callado, tendido,
frío. El aire movía la cortina del dormitorio y yo te miraba fijamente
esperando que abrieras los ojos en cualquier momento, pidiéndote con toda la
fuerza de mi voluntad que te movieras, incapaz de aceptar que allí había
acabado todo. Sintiendo que yo también me helaba por dentro.
El recuerdo se presenta cualquier día, en
cualquier momento, sin avisar, y sabes… después de tantos años, casi siempre
provoca una sonrisa, una agradable sensación de calidez y ternura, pero a veces, algunas veces... aún duele.
Recuerdos entrañables que se reviven cada día. Lo que mas duele es pensar que no pudieron cumplir algún sueño, como el de disfrutar la jubilación en su pueblo.
ResponderEliminarPrecioso Jara.
Un beso.
Los mismos recuerdos que nos hacen reir, a veces nos hacen llorar. Yo no conocí a ninguno de mis abuelos porque ya habían fallecido cuando nací, pero debe ser una pasada eso de tener abuelos. Mis padres tamnién se han ido ya y eso sí que sigue doliendo durante mucho mucho tiempo. Precioso texto.
ResponderEliminarYo me voy a quitar el quitar el sombrero para felicitarte por este post, sobre todo porque tu recuerdo me ha extremecido de pies a cabeza, si la escritura consigue eso, hay que felicitar a quien nos lleva a sentir cosas tan bonitas y verdaderas como estas. Las ausencias siempre duelen, sobre todo si son de alguien a quien quisimos mucho y nos dejó vivencias tan bonitas como las que tu marido te dejó a ti. Seguro que estás muy llena de él porque además se nota.
ResponderEliminarUn besico emocionado.
Suponiendo de cómo sea ese recuerdo, pueden calmar o doler, besos.
ResponderEliminarPasarán los años. Y siempre duele... Pero también recordamos esos buenos momentos que mitigan ese dolor. Precioso y emocionante entrada. Gracias!
ResponderEliminarBesotes!!!
Que precioso relato y tiene mucho de verdad.
ResponderEliminarHola Jara ! al leer lo que has escrito todo mi cuerpo se ha estremecido de arriba a abajo y se me ha puesto la piel de gallina . Me identifico tanto con tu Texto ! porque viví todo ese dolor también cuando mi pareja se fue para siempre , cuando la vida se lo llevó ( hace casi dos años ).¡ Duele tanto y tanto! y su recuerdo como bien dices , se presenta sin avisar , a cualquier hora , en cualquier momento del día y aunque se recuerden los momentos felices , tiernos, cálidos , duele a veces y mucho . Estoy contigo.
ResponderEliminarUn abrazo cálido y reconfortante
Yo he pasado del escalofrío a las lágrimas, madre mía. Sublime, a mi ha partido en dos y me faltan palabras. Dejo dos: Gracias Abrazo
ResponderEliminarHay recuerdos que aparecen cubiertos de escalofríos pero luego vienen las dulzuras que fueron el verdadero fondo. Y siempre consiguen subir a la superficie y calentarnos un ratito.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Jara. Y mi sonrisa más especial hoy.
Retazos que transfiguran la amargura y acaban destilando el poso que nunca muere.
ResponderEliminarB7s
No sé muy bien qué decirte. El recuerdo es hermoso y tan trite... Besos Jara
ResponderEliminarMadre mía, con qué bonito relato he ido a conocerte. Como para no quedarme por aquí!!! Una seguidora más acabas de ganar. Saludos desde locura se lectura
ResponderEliminarJara, cómo te agradezco esta entrada!! Desgraciadamente mi padre no está viviendo sus mejores momentos, en cuanto a salud se refiere, y, bueno, he ido leyéndote y al final he acabado sustituyendo tus recuerdos con los míos... Muchas gracias, de verdad.
ResponderEliminarBesos y un abrazo bien bien fuerte!!
Hola Jara, como me has echo llorar con lo que has escrito, ya que me has recordado también a mi padre, solo disfruto de la jubilación dos años y ya no lo pudo hacer mas, se fue muy joven ya que era de un gremio especial y por eso la jubilación antes, no le dio tiempo a nada y menos aun a mi madre que se fue tres años antes que el, por eso con tu entrada me han venido recueros de los dos y ahora mismo tengo el corazoncillo encogido, pero lo has relatado muy bonito y me ha gustado como lo has echo, como bien dices aun con el paso del tiempo, aun duele y mucho.
ResponderEliminarBesos.
Que pena.
ResponderEliminarUn abrazo enorme Jara.
Retrato de trazos de recuerdos maravillosamente narrado. Hay imágenes de antaño que iluminan nuestra mente. Pero, en ocasiones, trazos de irremediable dolor, como salidos de un cajón, sobrevuelan la memoria con su dolor perenne.
ResponderEliminarAbrazos.
Conmovedor, verdaderamente.
ResponderEliminarUn abrazo, Jara.
EL RECUERDO DE MOMENTOS QUE HAN MARCADO UNA VIDA, SON SIEMPRE A LA DISTANCIA EMOTIVOS Y PROFUNDOS PORQUE FORMAN PARTE DE UNO MISMO.
ResponderEliminarEL OLVIDO PARA MI NO EXISTE.
BESOS, EXCELENTE TU RELATO.
Claro que duele... pero es bueno no olvidar.
ResponderEliminarUn relato hermosísimo
Besos