Síndrome post-vacacional o Resaca Veraniega o Berrinche del Veraneante Frustrado, con nombre rimbombante o sin él a mi me pilla siempre. A veces pienso que en realidad lo que yo padezco es un Síndrome Inter-Vacacional que dura desde el fin de unas y hasta el principio de las siguientes, pero quizá estoy exagerando un poquito, síntoma sin duda del síndrome. Como esta entrada, que obedece también a la necesidad de enfrentarme a él.
Dicen que no hay nada mejor para superarlo que repasar las fotos, recordar lo vivido y planear la siguiente escapada. Lanzar un cabo al que agarrarnos para no sucumbir ante este otro reencuentro con la realidad cotidiana, con el despertador que te arranca sin contemplaciones del sueño, con la tiranía de los horarios y los deberes inexcusables.
Acabo de ver a más de uno que se ha echado a temblar. Tranquilos, no voy a contaros mis vacaciones, creo que no hay nada más tedioso que escuchar el relato pormenorizado de las vacaciones ajenas. Sin embargo creo que este espacio que acoge con tan buena disposición todos los desvaríos que se pasan por mi cabeza es el mejor escenario para desahogarme. Con un par de cafés y arrellanada en una butaca pienso utilizarlo como terapia personal. Avisados estáis.
No pretendo, de todas formas, detallar aquí las vacaciones, por un lado porque me las conozco al dedillo y además para eso ya llevo, cuando me parece necesario, un diario de viaje. Por otro porque mis últimas entradas han ido precisamente sobre ellas y hasta yo misma me canso de escucharme. No, se trata de otra cosa. Se trata más bien de ponerme ante ellas o ponerlas a ellas ante mi y hacer un pequeño balance que me ayude a superar este mal trago.
Estado de la cuestión veraniega:
¿Se han cumplido las expectativas? ¿Han servido para descansar, desconectar, olvidar trabajo, obligaciones y deberes? ¿Han sido un aliciente, han satisfecho mi curiosidad insaciable por descubrir nuevos paisajes?
Pues allá voy. (Momento adecuado para hacer clip sobre el aspa que cierra esta pestaña y a otra cosa mariposa)
Acabo de ver a más de uno que se ha echado a temblar. Tranquilos, no voy a contaros mis vacaciones, creo que no hay nada más tedioso que escuchar el relato pormenorizado de las vacaciones ajenas. Sin embargo creo que este espacio que acoge con tan buena disposición todos los desvaríos que se pasan por mi cabeza es el mejor escenario para desahogarme. Con un par de cafés y arrellanada en una butaca pienso utilizarlo como terapia personal. Avisados estáis.
No pretendo, de todas formas, detallar aquí las vacaciones, por un lado porque me las conozco al dedillo y además para eso ya llevo, cuando me parece necesario, un diario de viaje. Por otro porque mis últimas entradas han ido precisamente sobre ellas y hasta yo misma me canso de escucharme. No, se trata de otra cosa. Se trata más bien de ponerme ante ellas o ponerlas a ellas ante mi y hacer un pequeño balance que me ayude a superar este mal trago.
Estado de la cuestión veraniega:
¿Se han cumplido las expectativas? ¿Han servido para descansar, desconectar, olvidar trabajo, obligaciones y deberes? ¿Han sido un aliciente, han satisfecho mi curiosidad insaciable por descubrir nuevos paisajes?
Pues allá voy. (Momento adecuado para hacer clip sobre el aspa que cierra esta pestaña y a otra cosa mariposa)
Mis vacaciones de este año han sido modestas y no hablo aquí de dinero (que dicen que es de mal gusto, pero en realidad es que no viene al caso) sino modestas en su concepción. Nada de grandes viajes, ni circuitos con distintos puntos de interés, ni grandes descubrimientos... Lo cual, en realidad, tiene sus ventajas, sobre terreno conocido no caben decepciones. Y no las ha habido.
Los objetivos eran muy simples, muy sencillos. Descansar, alejarme, olvidarme, no tener prisas, no tener que hacer nada especial, no cumplir un programa, dejarse llevar, preguntarse de día en día ¿qué me apetece hoy?
Ha sido un volver, un reencuentro. Por un lado el pueblo, sus paisajes, su olor, la familia, los amigos y el pasado. Sensaciones que intenté meter malamente entre cuatro palabras hace unos días. Y por otro, tras el calor sofocante de un rincón perdido en Ciudad Real, nada como el verano en el norte. Siempre vuelvo al norte. Que las temperaturas casi nunca sobrepasen los 30º centígrados le da muchos puntos. Como ya he contado en más de una ocasión, el calor y yo no nos llevamos precisamente bien. Me encanta esa incertidumbre entre las nubes y el sol, entre la lluvia y la niebla. ¿Será día de playa o de excursión? ¿de tirarse al sol o de pasear con un chubasquero a la cintura?
Ha sido un volver, un reencuentro. Por un lado el pueblo, sus paisajes, su olor, la familia, los amigos y el pasado. Sensaciones que intenté meter malamente entre cuatro palabras hace unos días. Y por otro, tras el calor sofocante de un rincón perdido en Ciudad Real, nada como el verano en el norte. Siempre vuelvo al norte. Que las temperaturas casi nunca sobrepasen los 30º centígrados le da muchos puntos. Como ya he contado en más de una ocasión, el calor y yo no nos llevamos precisamente bien. Me encanta esa incertidumbre entre las nubes y el sol, entre la lluvia y la niebla. ¿Será día de playa o de excursión? ¿de tirarse al sol o de pasear con un chubasquero a la cintura?
Mar y montaña. Azul y verde. También he hablado ya de ello por eso prefiero para resumirlas recurrir, con su permiso y alguna variación, a las palabras de Pablo Milanés:
Y Del sueño a la pesadilla no hay más que un paso. O unos kilómetros que se hacen muy cortos. Llevo una semana intentando aterrizar en la realidad con suavidad. No lo consigo del todo, aunque me repita a mi misma todas las razones objetivas que tengo para alegrarme de tener un trabajo al que volver y una rutina que no es más que el mejor síntoma del discurrir constante de los días. Me cuesta enfrentar ese paisaje compacto de números negros que me mira desde el calendario.
Hoy, al menos, con la complicidad de este café, compruebo que los objetivos de las vacaciones se cumplieron sobradamente, bueno... quizá el capítulo de nuevos descubrimientos quedó un poco más corto de lo inicialmente previsto, pero, como dije al principio, cuando lo ya conocido es de nuestro agrado volver a ello no decepciona nunca.
Esta entrada tenía que haberse publicado ayer, porque a estas alturas, con el curso empezado y las piscinas cerradas, va siendo hora de cerrar el capítulo veraniego de una vez por todas. Y tentada he estado, una vez que no lo conseguí, de olvidarme de ella, pero creo que la terapia bloguera va a surtir mejor efecto si me la quito de encima publicándola y viéndola desde fuera, como algo ajeno. Además, si alguien ha conseguido aguantar hasta aquí, además de darle las gracias por formar parte de ella, me encantaría compartir su estado de la cuestión veraniega:
¿Han cumplido vuestras vacaciones sus objetivos y vuestras expectativas? ¿Os cuesta, como a mi, la vuelta al trabajo y la rutina?
Hoy, al menos, con la complicidad de este café, compruebo que los objetivos de las vacaciones se cumplieron sobradamente, bueno... quizá el capítulo de nuevos descubrimientos quedó un poco más corto de lo inicialmente previsto, pero, como dije al principio, cuando lo ya conocido es de nuestro agrado volver a ello no decepciona nunca.
Esta entrada tenía que haberse publicado ayer, porque a estas alturas, con el curso empezado y las piscinas cerradas, va siendo hora de cerrar el capítulo veraniego de una vez por todas. Y tentada he estado, una vez que no lo conseguí, de olvidarme de ella, pero creo que la terapia bloguera va a surtir mejor efecto si me la quito de encima publicándola y viéndola desde fuera, como algo ajeno. Además, si alguien ha conseguido aguantar hasta aquí, además de darle las gracias por formar parte de ella, me encantaría compartir su estado de la cuestión veraniega:
¿Han cumplido vuestras vacaciones sus objetivos y vuestras expectativas? ¿Os cuesta, como a mi, la vuelta al trabajo y la rutina?
Yo me siento encantada de que vuelvas y empices a repartir café, yo lo quiero largo.
ResponderEliminarYa lo creo que he aguantado hasta el final, así puedo opinar sobre lo que tu misma en algún momento has dicho. Después de unas vacaciones vividas con ese montón de sensaciones tan distintas, poder seguir yendo a un trabajo cada día es un privilegio por mucho que te cueste. Animo que ya mismo tedras otra salida.
ResponderEliminarBesos Jara.
Algo es algo y menos da una piedra, digo yo. Las mías han sido ningunas, nin un solo de día de relajación, trabajo y más trabajo. Tendré algún descanso en invierno. Me alegra lerte y tú enrrolláte lo que quieras, que para eso es tu blog.
ResponderEliminarBesicos.
Después de venir de vacaciones entramos en ese círculo vicioso de lo vivido y de que tenemos que ser paciente y esperar otro año.
ResponderEliminarA veces por más que nos distanciemos en Kms no quiere decir que lo vayamos a pasar mejor. En lugar tranquilo y con la gente que conocemos podemos pasar uno inolvidables días.
Yo, aún, no las he cogido, pero espero que en Octubre me pueda ir a Toledo.
Abrazos, Besos y...¡¡¡Bienvenida!!!
:) Si consideramos la etimología del término "vacaciones", nos encontramos con "estar libre, desocupado, vacante"... En una palabra: disponible, para lo que sea que nos sea agradable. ¿no? ;) Por tus palabras, creo que lo has conseguido. Me alegro. :)
ResponderEliminarBienvuelta, Jara. :))
Un besote (serrano de nuevo) y... ¡Ponte las gafas anti-síndrome-post-vacacional! :)
Qué lejanas quedan las vacaciones una vez vuelta la rutina y a ti te va a pasar lo mismo, ya lo verás.
ResponderEliminarBesos :)
Pues a mi me ha gustado tu entrada. Sobre todo porque aproxima las vacaciones a lo que querías y necesitabas, Eso es importantísimo.
ResponderEliminarLas mías han sido fantásticas, creo que... no hubiera pedido más de poder (tal vez una cosa o dos) y el aterrizaje ha sido como siempre, forzoso
Besos
Pues si ahora me planteo esto seguro que me llevo una decepción. Me gustan las vacaciones pero también la rutina y el tener algo entre manos. Será que siempre espero más de ellas-
ResponderEliminarA ver, por un lado la belleza de tu post: SE SALE.
ResponderEliminarY por otro, algunas cosas que dices, como esta: "Los objetivos eran muy simples, muy sencillos. Descansar, alejarme, olvidarme, no tener prisas, no tener que hacer nada especial, no cumplir un programa, dejarse llevar, preguntarse de día en día ¿qué me apetece hoy?"
Pues yo creo que es una definición del descanso vacacional que ya lo quisiera el RAE. Estoy muy de acuerdo con lo que dices.
Aquello de la vuelta "al cole", o a la rutina, vaya...pues es como todo, cada cosa tiene su tiempo bajo el sol y saber apreciar los matices de las distintas luces del año es una cosa muy buena. En nuestro caso han sido también unas vacas mágicas, por un lugar de ensueño. Y sí, cuando lo recuerdas te entra algo de morriña, pero es que miro ahora mismo por la ventana y dirás que la luz de septiembre es maravillosa.
Un besazo (la foto esa de la playa es una pasada)
Siempre creí que la canción era de Silvio Rodríguez, porque a él se la he oído cantar .
ResponderEliminarPero, efectivamente, ese lugar, con esas condiciones, se acerca mucho a un sueño.
Pero la maravilla de volver y tener trabajo la quisieran para si seis millones de españoles (o más).
Poquito a poco irás encontrando la hermosura de lo cotidiano, la sonrisa que produce un café compartido.
Volverás a meterte en la rutina, haciendo planes para las siguientes merecidas vacaciones.
A mi me ha gustado compartir este café con estado de la cuestión. Debo aportar desde mi síndrome que más que la vuelta de las vacaciones, allá por julio (eso me pasa por cogerlas tan prontito) llevo peor lo de septiembre ¿por qué? ¡siempre me gustó que terminaran las calores! supongo que se me han juntado varios factores laborales estresantes, así que estoy sumida en esa nube de desencanto que parece rodear la vuelta vacacional y no, esta vez puedo decir que lo llevo de culo. ¿Remedio? Echar paciencia, yo solo espero a que se pase, mirar atrás se me hace triste, mirar adelante, incierto... :S madre mía!! ¡qué café te estoy dando! Por compensar, te diré que con ese balance tuyo, puede decirse que has sabido aprovechar, ánimo y adelante. Gracias por la terapia :)
ResponderEliminarUn beso
Me costaba, me costaba. Estoy con María Jesús, ahora es un privilegio poder sufrir estos síndromes. Y si, encima, tus expectativas veraniegas no se han visto defraudadas, ya es la repera. Así que, vamos, Jara, a disfrutar de una belleza llamada rutina. Besito.
ResponderEliminarPues a mi me ha encantado este " Estado de la cuestión veraniega" y me encanta volver a tenerte por aquí y poder leerte y acompañarte con un delicioso café .La vuelta a la rutina se hace un poco dura para todos pero en los tiempos que corren es un privilegio tener un trabajo . La mías han sido cortas pero intensas , hacía años que no me movía de Ronda en todo el verano , ya ni recuerdo los años que hacía . Este verano he disfrutado de 2 semanas visitando varios lugares de Córdoba y luego una semaníta en la playa , que me ha sabido a gloria . Gracias a unas amigas he podido hacerlo , así que aunque han sido cortas me han sentado de maravillas. El resto de vacaciones entre Ronda y Pruebas Médicas allí y en Málaga.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Este año de verdad, no quería volver al cole, perdón al trabajo, hasta me ha preocupado la intensidad de esa sensación. El campo me ha atrapado y no me soltaba, pero en fin estoy de vuelta a la ciudad, añorando el estilo de vida como tu describes, alejado, olvidado, sin prisas, sin programa.... y mirando con hastío "el paisaje compacto de números negros" (me ha encantado la metáfora) y anda que no corren deprisa.
ResponderEliminarEsperaremos con ansia las próximas vacaciones.
Besotes.
Si.
ResponderEliminarHe descansado mucho y bien.
Volver me está tocando las narices, todavía no lo he digerido.
Besos.
Me hubiera gustado contestaros uno a uno pero no va a ser posible.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por compartir vuestra experiencia veraniega, por los consejos y los ánimos.
¡Si es que no hay nada como los amigos para aguantar con paciencia que les cuentes tus vacaciones!
Besos y abrazos para todos.