Después de 8 días de sol constante y cielos despejados, las nubes
reclaman un espacio propio en el cielo. A pesar de ello, como adoro
la playa, escribo instalada en mi silla de plástico naranja, con una
gran extensión de arena vacía delante y frente a un mar más gris
que azul. Escribo, como todas las mañanas de estos últimos días,
para cuando ya no esté aquí. Para cuando mi horizonte no sea
azul-mar y azul-cielo y el murmullo de las olas rompiendo a mis pies
deje paso al ruido del tráfico incesante y machacón de las calles
de la ciudad.
Adoro la playa. Sentarme en mi silla bajo la sombrilla o tumbarme
sobre la arena caliente con el sol secando mi piel tras el baño y no
tener nada que hacer. Es el momento de dejar descansar a la razón,
de dejar que los sentidos sean los protagonistas. Es tiempo de
sentir. La brisa acariciando mi piel, los pies hundiéndose en la
suavidad de la arena, el intenso olor de las algas, los acordes del
mar subiendo y bajando, ahora rompe una ola con fuerza, ahora se
retira el agua con un murmullo suave, la ingravidez primitiva del
cuerpo dejándose mecer por el mar rodeada de cielo. Es la alegría
pura de mezclarte, confundirte, diluirte, en, entre, sobre, con el mar,
el cielo, el aire y la tierra.
Adoro la playa. Y como la adoro necesito un poco de espacio para
disfrutar de ella. Por eso se me llevan los demonios cuando la
encuentro abarrotada y en agosto resulta harto difícil evitarlo. Lo
sé. Intento en la medida de lo posible esquivar las peores fechas
pero a veces simplemente no es posible y en esos casos tengo que
armarme de paciencia y decirme voluntariosamente que todos tenemos
derecho a nuestra parcela de playa, pero, ¡por favor! ¡que no sea
pegada a la mía! Siempre y cuando se guarden las distancias (lo suficiente al menos para que las conversaciones sean privadas) me gustan las playas habitadas, no superpobladas.
Temo especialmente a los grandes grupos familiares que plantan varias
sombrillas, tienen mucho que contarse a grandes voces (porque, claro,
el círculo es muy amplio) y desparraman neveras, juguetes y niños
de todos los tamaños que no paran quietos y cuyas voces chillonas,
ya sea jugando o peleando, invaden un amplio espacio aéreo que
colisiona irremediablemente con el mío. ¿Alguien sabría explicarme
qué impulso hace que habiendo suficiente cantidad de arena libre a
tu alrededor alguien decida colocar su sombrilla pegada a la tuya?
Porque reconozco que hay días en los que la competencia es dura,
pero en otras ocasiones me resulta incomprensible. Mi chico dice que
es el espíritu gregario y a mi se me escapan sapos y culebras por la
boca.
Pero adoro la playa y ver a los chiquitines desnudos, embadurnados de
arena, correr chillando de alegría hacia las olas. Y a los mayores
que apoyados en un bastón no renuncian a caminar por la orilla
buscando el masaje bienhechor de las olas sobre sus piernas cansadas.
Y me gusta el colorido de las sombrillas y el vuelo de las cometas a
la caída de la tarde y el run-run de felicidad que se desprende de
esa amalgama de cuerpos liberados de tacones y corbatas, de sonrisas
falsas y palabras huecas.
Y adoro la playa, ahora, en este preciso momento en el que el sol
finalmente le ha ganado la batalla a las nubes y me regala un ancho,
inmenso horizonte, donde el azul profundo del mar corre a encontrarse
con el azul limpio del cielo sin que sombrilla alguna, ni voces
discordantes, rompan este momento perfecto. Y escribo esto desde mi
tumbona de plástico naranja para poder leerlo cuando ya no esté
aquí.
Yo tambien adoro la playa,pero mejor si son playas rurales,sin edificar y sin aglomeraciones.Tambien en esas playas enormes con un monton de espacio llega la familia numerosa y no es que se te ponga al lado,noooo!!!se te coloca delante para quitarte las vistas del mar ,eso me lleva los demonios...
ResponderEliminarCada vez es más difícil encontrar playas a salvo de las aglomeraciones, sobre todo si hablamos del mes de agosto, pero es cierto que el problema en muchas ocasiones es simplemente esa tendencia a buscar la cercanía aunque haya espacio más que suficiente para que todos disfrutemos de una parcelita amplia y con vistas. ¡Qué cruz!
EliminarBesos
ay qué entrada más maravillosa, me ha encantado porque yo también adoro la playa y como no la tengo cerca son poquitas las ocasiones en que puedo disfrutar. Tu entrada me ha traido a la memoria multitud de sensaciones
ResponderEliminarbesos
Eso me pasa a mi Tatty. Los que vivimos tan lejos del mar y tenemos tan pocas ocasiones de disfrutarlo lo cogemos con muchas ganas y cuando toca hay que aprovecharlo a tope.
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A mí, más que la playa, me apasiona el mar. Quiero decir: también me gusta la playa, pero "sin sombrilla alguna, ni voces discordantes". Siempre que luzca el sol, me da igual invierno que verano, pero con el horizonte limpio y a mi disposición visual. Paisaje y sensaciones, no pisotones. Un besazo, Jara.
ResponderEliminarPasear en invierno por la playa desierta, incluso sin sol, es más te digo que incluso con lluvia, me encanta, pero lo del verano es otra cosa, ni mejor ni peor, distinta. Eso sí, lo de las aglomeraciones lo llevo muy, muy mal, pero no le he permitido a Mr. Hyde que apareciera por aquí a dar su versión de los hechos.
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A mi me encantan El Sol y las Playas...Pasear por su entorno mojándome los pies, respirando su aire puro y dejarme acariciar por su brisa...Ahora están con menos gente y su paisaje y su grandeza son inspiradores.
ResponderEliminarAbrazos y besos.
Los que vivís pegados al mar tenéis la suerte de poder disfrutar de él en cualquier momento y dejar la playa de lado cuando la invadimos los del interior. Es un auténtico lujo.
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Pues si adoras la playa, a mi me matarías. Vivo en un pueblo de costa y no he ido ni una sola vez...lo sé, es para quemarme viva en la hoguera, por hereje, jajaja...Besos !
ResponderEliminarHola Vanedis, encantada de tenerte de visita por aquí y como me gustaría que volvieras dejaremos lo de matarte para algo un poquito más grave.
EliminarTampoco me extraña demasiado lo que me cuentas. Supongo que viviendo en la costa y teniéndola siempre tan a mano deja de ser algo extraordinario, aunque ¿ni un solo día?, la hoguera no, pero un mecherito no te diría yo que no, para que corras después al mar a refrescarte.
Creo que si yo tuviera la oportunidad de vivir cerca de ella lo que haría sería perderla de vista justo en agosto cuando vamos todos los de fuera.
Besos
¡¡Hola preciosa!!
ResponderEliminarMe encanta la playa y pasear mojándome los pies por la orilla, recorriendo kilómetrosss.
Que entrada más bonita.
Besos.
Bueno Susana te veo muy en forma, pero sí, es una delicia pasear por la orilla y siempre puedes tomarte un respiro y bañarte o sentarte simplemente antes de volver a empezar.
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Yo adoraba la playa. La edad me ha hecho cómoda y no soporto la arena pegada a la piel.
ResponderEliminarPero el mar me encanta.
La edad o quizá que la tienes más a mano ¿no? y te ha dado tiempo a disfrutarla más a menudo. De todas formas, es cierto que la arena es un auténtico incordio, pero me pasa como con el exceso de gente,
Eliminarque al final lo demás me compensa soportarlo.
Besos
Yo soy de montaña, vivir en la montaña, soñar en su soledad ... pero no te perdono la envidia que me has dado !!
ResponderEliminarEs que la montaña también es un placer, creo que ya te he comentado más de una vez la envidia que me dan a mi las fotos de tus paseos por Lanuza y sus alrededores, no está mal que por una vez te haya dado yo envidia, aunque repito, pasear por un entorno como el tuyo es un privilegio por su belleza, por su tranquilidad, por el aire que respiras, ¡y puedes disfrutarlo siempre que quieres!
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A mí también me encanta la playa. Y menos mal, que viviendo en la costa, lo pasaría mal si no me gustara. Me gusta en verano, en otoño, en invierno... Y yo me hago la misma pregunta que tú. Este año incluso le tuve que decir a una persona que no se molestara en abrir su sombrilla, que podía aprovechar mi sombra la mar de bien. Menos mal que captó la indirecta... ¿O fue una directa?
ResponderEliminarMe ha encantado tu entrada!
Besotes!!!
Ja,ja,ja, muy bueno lo de esa señora y su sombrilla, en esos casos seguramente sólo entienden la directa.
Eliminar¡Qué suerte tienes Margari! Lo pienso cada vez que voy de viaje a la costa, lo bueno que debe ser poder salir cada día a pasear por la playa. Creo que yo en ese caso huiría cuando se produjera la invasión masiva.
Besos
Hola Jara, a mi también me encanta la playa, pero deje de ir a ella por lo que dices, no soporto las aglomeraciones y la mala educación de la gente que va a la suya y no le importa teniendo espacio ponerse pegados a ti, eso es algo que no he entendido nunca, siendo mas joven fui mucho a la playa ya que vivo en ciudad que la tiene y si no me iba a la de los alrededores, pero con el tiempo y viendo lo que te he dicho me he echo mas cómoda y cuando voy es a ultima hora de la tarde pero solo para pasear por la orilla que me encanta, la ultima imagen es una delicia:)
ResponderEliminarBesos.
Es lógico que teniéndola a mano no la cojas con tantas ganas y además puedes elegir mejor cuando ir, las horas y los días con menos jaleo. De verdad que yo tampoco entiendo que a esa gente no le moleste estar pegada a mí tanto como a mi me molesta estar pegada a ellos.
EliminarBesos
Preciosa entrada, con el mar de fondo, de frente y por todas partes. Estoy con Koncha, a mí más que la playa me gusta el mar. Y me gusta la playa en invierno, cuando la gente va a pasear, a tomar una cerveza, a mojarse sólo los pies. Lo cierto es que voy a la playa más en invierno que en verano, y siempre que voy siento sensaciones muy parecidas a las que describes.
ResponderEliminarEl mar es una maravilla en invierno y en otoño y en cualquier momento y en cuanto tengo oportunidad me acerco a él aunque sea con el paraguas en la mano, pero la playa, con su arena que se pega y una cantidad asumible de gente me gusta en verano para empaparme de la sensación de no tener nada que hacer excepto estar allí tirada.
EliminarAhora bien si la tuviera siempre a mano seguro que en agosto ni me acercaba.
Besos
Me siento tan atraída por esa tumbona naranja, perfectamente combinada con la bolsa, como por la curiosidad y el deseo de leer las próximas entradas que en esa playa has preparado. De los silencios con el ruido de fondo de la brisa y de los chillidos y voces en alto de tus convecinos sombrilleros, estoy segura que habrán sido la semilla de muchas historias.
ResponderEliminarBesos y besos.
Siempre he aprovechado el tiempo de playa para leer y leer y este verano el descubierto el placer de escribir allí, lo que ya no tengo tan claro es que salga algo de mucho provecho de ello. Esta entrada salió de un tirón, pero debió ser porque no había prácticamente nada que pudiera distraerme, otras veces no tuve tanta fortuna.
EliminarBesos
Yo la he descubierto muy tarde pero también me encanta. Desde que fui por primera vez tengo extraña fijación con ella y no es que me guste especialmente el agua sino todas las sensaciones que me produce.
ResponderEliminarYo que soy de tierra adentro y que durante mucho tiempo ir a la playa o a la costa era todo un acontecimiento, no puedo dejar de asociar la playa con la felicidad, a pesar de todos sus peros, aunque ahora vaya más a menudo y no sólo en verano, sigo disfrutando muchísimo de ella.
EliminarBesos
Me encanta, yo te agradezco sobre todo el viaje, estaba por un rato ahí en la tumbona, la mía es azul, pero ya me dan ganas de que sea hasta naranja. Estas y las de antes de julio son mis épocas felices de playa, me aturulla tanta gente. Aunque yo no me quejo, siempre tengo alguna cerca y la disfruto en todas sus épocas. Un beso
ResponderEliminarSiempre intento evitar las peores fechas para ir a la playa. Si puedo elegir me gusta sobre todo a finales de junio y primeros de julio, pero cuando no puedo elegir solo me queda aguantarme, aunque en alguna ocasión tenga que tener cuidado con no morderme la lengua para no envenenarme.
Eliminar¡Dichosos los que las tenéis tan a mano que podéis ir en cualquier momento a disfrutarlas!
Besos
Yo siempre fui de niño de los de playa ejej pero de mayor huyo de las aglomeraciones y si puedo encontrar una cala pequeña con poca gente vale si no me voy a la montaña que hay menos bullicio, ejje
ResponderEliminarun besote de saborescompartidos
Tengo la impresión de que cada vez es más difícil encontrar una cala pequeña con poca gente, sobre todo en determinadas fechas, y en mi caso ante mis escasas posibilidades de playa acabo tragando con algún día de esos difíciles. La montaña es otra opción estupenda para alejarse del bullicio y las aglomeraciones pero es un poco más cansada, jeje.
EliminarBesos
Yo me suelo refugiar en playas perdidas entre acantilados. De esas que aún quedan resguardadas de maratones de turistas
ResponderEliminarMe gusta el silencio para escuchar el mar.
Besos
¿De verdad quedan playas de esas? ¿incluso a mediados de agosto? Yo tengo la sensación de que ya no hay rincones perdidos, que por recónditos que parezcan siempre hay un aparcamiento cerca que acaba desbordado de coches. De todas formas, por si acaso, mejor no te pregunto el nombre para que sigan estando perdidas.
EliminarBesos
A mí me gusta la playa a partir de ahora.
ResponderEliminarO sea sin bichos.
Besos.
Poder elegir el mejor momento para ir a la playa es un lujo. Si es tu caso aprovéchalo.
EliminarYo no necesito la exclusividad, aunque me encanta, pero no soporto el exceso ni la cercanía.
Besos
;) Jara, te deseo un placentero retorno a la ciudad -Sin embargo, leída la entrada con las fotografías que nos traes...¡¡Complicado lo veo!!...;))
ResponderEliminarB7s
¡Y tanto! La vuelta me cuesta mucho, siempre, pero como no hay otra opción me conformo con repasar lo pasado y pensar en las siguientes.
EliminarBesos
Pues te dejo una canción que tiene que ver:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=cOLNXwcDIEA
ummmm...POR CIEEEEEEEERTOOOO...qué blogueras más GUAPAS te visitan, estooooo, Mari, tienes planes para hoy????, jajajajaja...
Perdón por la digresión, Jara
Un besazo
Muchas gracias Valaf por el enlace aunque casi me echo a llorar al darme cuenta de lo que he perdido, snif. Como le he dicho a tu chica hace un momento la vuelta es terrible.
EliminarNada de perdón, me encanta eso de que sirva el saloncito del café para los ligoteos, como en la disco. jajajaja. Espero que la cita haya salido bien. Y no te preocupes que no hace falta que me lo cuentes, jeje.
Yo también adoro la playa, Jara , pero en realidad es que adoro todo lo que sea Naturaleza porque también me siento muy feliz caminando por el campo , por la montaña , descubriendo lugares y rincones ... También me gusta el silencio para escuchar el mar y para escuchar los sonidos del bosque y del campo .
ResponderEliminarMe gusta tu tumbona naranja dónde escribes , la arena , el color azul del cielo y el mar y es difícil volver al trabajo , a las prisas, a las carreras después de haber sentido y vivido en esa playa tantas sensaciones hermosas pero... quédate con esas sensaciones y ellas te acompañaran y te regalaran alegría entre la dureza del asfalto .
Un abrazo grande
Es cierto Charo, la montaña, el campo... son igualmente una oportunidad para disfrutar del silencio, de la tranquilidad, para descansar y olvidarse de las prisas.
EliminarPara sobrellevar la vuelta lo que más me alivia es pensar en las siguientes, al menos en cuando podré tener una escapadita a la que agarrarme.
Besos
Aunque en ocasiones me encanta la soledad que me ofrece la playa también me gusta escuchar conversaciones ajenas sin querer entenderlas, dejando volar mi imaginación. Esto sí, odio los niños que corren y me dejan el libro enterrado en la arena. Más de una vez he tenido que efectuar una mirada asesina...
ResponderEliminarBesos,
Yo también lanzo alguna que otra. Los niños son un encanto, pero cuando no son los tuyos, mejor de lejos, jejeje.
EliminarBesos
Me gusta mucho el mar, no tanto la playa en verano, me puede asfixiar tanto como los peores días de calor en Madrid.
ResponderEliminarSegún has descrito tus días en la playa han sido disfrutados y bien aprovechados.
Besos Jara.
Adoro pasear por la playa esas mañanas cálidas que, saliendo de la aglomeración del principio, está vacía, acunada por ese mar inmenso y embellecida por los verdes acantilados que se precipitan sobre ella.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana:)
A mí, más que la playa y la arena, me gustan las olas. Y como, más que el mediterráneo, me gusta el atlántico de aguas más frescas y más septiembre que agosto, pues no suelo tener problemas de aglomeración incordiosa. ;)
ResponderEliminarTambién reconozco que tengo una facultad pasmosa para aislarme en medio de la multitud: un regalo de mis hadas madrinas. :D
Un beso y un abrazo desde la sierra...con el mar ya lejano.
Creo que ya te dije lo que me gustan siempre tus fotos... ¿No?... pues te lo digo ahora. :))
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