Siempre estamos intentando cuantificarlo todo
y así, calculamos las horas que le dedicamos al trabajo, a la familia, a las
tareas domésticas, al ocio o a dormir. ¿Y el tiempo que invertimos cada día en
ir y volver del trabajo?. Si me consta que para determinadas circunstancias se
presume como tiempo de trabajo, pero para lo que viene al caso, no lo es.
¿Es un simple incordio, un tiempo perdido e
inútil, una auténtica tortura o una oportunidad para la reflexión? Pues supongo
que hay para todos los gustos o disgustos, pero es probable que para muchos de
nosotros suponga una buena porción de nuestras vidas.
Si te toca conducir no hay más vueltas que
darle, hay que aprovechar el rato para hacer listas: de la compra, de deberes,
de temas a tratar o de las llamadas que no se te pueden olvidar. También es un
buen momento para repasar lo que vas a
decirle al jefe en cuanto entre por la puerta, lo que vas a decirle al
compañero que ayer te tocó las narices, lo que se te ha olvidado decirle a tu
marido o a tu hijo o al compañero de piso antes de salir de casa. Recordar, que
un día más, se te ha olvidado coger el libro que te prestó Susana y que
terminaste hace diez días. Hacerte, un día más, el firme propósito de acostarte
más temprano porque así no puedes seguir. El sueño se empeña en seguir aferrado
a tus ojos y al cerebro aún le cuesta desprenderse de las telarañas, a pesar de
la ducha, a pesar del café y a pesar de los pitidos del impacientetontodelculo del coche de
atrás.
Si lo que utilizamos no es el coche propio
sino los medios de transporte públicos nos encontramos con ventajas e
inconveniente en relación con el coche particular.
Veamos, conducir provoca estrés, pero esperar
en una parada de autobús, metro o tren a que éste llegue también. En el primer
caso se requiere un mayor grado de atención y alerta que obliga a nuestro
cerebro a espabilarse antes. En el segundo se requiere un mayor esfuerzo físico
para ganar el espacio necesario en el que apoyar los pies y vencer la natural
resistencia de los que ya han conseguido la posición antes que tú. Si puedes
librarte de lo peor de la hora punta en los dos casos se consigue una notoria
mejoría, aunque en este caso gana el conductor. El sufrido usuario del
transporte público aunque tenga espacio suficiente a su alrededor o incluso
haya ganado plaza de asiento puede ver su comodidad comprometida por los
compañeros de viaje que le toquen. Conversaciones que a esas horas de la mañana
siempre parecen producirse en un tono demasiado alto, el ritmo machacón que se
escapa de los auriculares del que va a tu derecha o aquel que llevas sentado
enfrente que no se ha dado cuenta de que no se encuentra en el sofá de su casa.
Por otro lado el transporte público te brinda
la oportunidad de intentar un somero estudio antropológico en cada viaje a base
de observar comportamientos, atuendos y actitudes.
Los más madrugadores que buscan cualquier
apoyo para echar una cabezadita, los que no paran de hablar por el móvil o de
mover los pulgares sobre él, los que llevan entre las manos un periódico o un libro,
cada vez menos de papel y más electrónicos, los que aprovechan para estudiar,
para corregir exámenes, para maquillarse o para comer algo. Muchos son los que
no hacen nada especial y les resulta más difícil encontrar acomodo para las
manos y para la mirada, que excepto que tengas ventanilla y algo que mirar a
través de ella, debe vagar de un punto a otro sin pararse en nadie en concreto
durante mucho tiempo.
Desde evaluar la conveniencia de un tinte, el
estilo de un corte de pelo o el trabajo de un peinado muy elaborado a hora tan
temprana, hasta hacer un estudio de los distintos tipos de calzado (en
determinadas épocas puedes encontrar unas sandalias veraniegas al lado de unas
botas forradas de borreguito), pasando por calcular cuántos no llevan pantalón
vaquero, todo puede ser digno de estudio.
El problema es que cuando el viaje se hace dos
o mas veces al día, cinco días a la semana, durante digamos unas cuarenta y
ocho semanas al año, y no digamos ya durante cuantos años, te cansas de los
estudios antropológicos y del paisaje y de las listas y de los propósitos. Por
eso yo, como usuaria veterana del transporte público, me encuadro en el grupo
humano que distrae ese tiempo con un libro en la mano. Es de hecho uno de los
escasos momentos del día que puedo dedicarle a los libros.
Si las circunstancias no favorecen la lectura
(dícese de la imposibilidad física de sacar y sostener un libro provocada por
la acumulación de cuerpos que se ven obligados a compartir vagón en estrecha
compañía) mi maltrecho cerebro privado de lectura tendrá que optar en primer
lugar por maldecir la causa (sea ésta cual sea) que me impide dar rienda suelta
a mi vicio y después, sin ningún orden especial, pueden empezar a darse todas
las demás posibilidades ya nombradas, quedando generalmente en último lugar,
agotadas todas las demás, la del estudio antropológico, más o menos detallado,
en función del tiempo que dure la aglomeración y de la densidad de ésta.
¿Creéis después de todo lo expuesto que estos periodos son tiempo perdido? Yo diría
que no. Seguramente las listas hechas mentalmente se borren sin dejar apenas
huellas, los propósitos no pasen de la puerta de la oficina, del taller, del
colegio, de… donde sea que llegues, quizá consigas hacer alguna llamada, aunque
seguramente la más importante e imprescindible se te olvide por completo, tampoco
el estudio y observación del prójimo acabará en alguna conclusión medianamente
digna de ser nombrada, pero llegarás al trabajo con la cabeza despejada por
efecto del entrenamiento previo y los nervios y el estrés de la conducción o de
la lucha cuerpo a cuerpo te habrán preparado para enfrentarte a todo lo que te
depare la jornada laboral.
A la vuelta es otra cosa, con el paso y el
peso de las horas nuestro cuerpo y nuestro espíritu es menos proclive a
considerar ese periodo como tiempo útil. De forma recurrente es el
momento en el que yo me pregunto por qué aún ningún cerebro privilegiado ha
sido capaz de inventar y desarrollar la teletransportación.
En fin, que mientras eso no sea posible y me
temo que los nietos de mis nietos tampoco asistirán a semejante prodigio, no
hay otra que volver a repetir la experiencia. Si bien el menú de pensamientos sublimes
presentará algunos cambios en relación con los matutinos, seguro que su utilidad
sigue siendo vital para el buen desarrollo del día. Y la lectura tanto de ida como de vuelta, para quien
pueda permitírsela, no solo hará llevadera la necesidad de trasladarnos de un sitio a
otro sino que incluso se tratará de un tiempo de evasión y disfrute entre las
distintas obligaciones diarias.
Que sí, que para pensamientos sublimes ya tenemos
el baño y para leer, como en el sofá de casa, en ningún sitio, pero es que esta
mañana no he podido leer en el tren y esto es lo que ha dado de sí el viaje.
Yo siempre he aprovechado los viajes en transporte público para leer y olvidarme del tedio del viaje.
ResponderEliminarPara mi es la mejor manera de sacarle partido a esos tiempos muertos.
EliminarBesos
Los que tenemos la suerte de tener el trabajo a escasos minutos de casa quizás no valoremos en su justa medida ese tiempo de traslados que tenemos para otros menesteres .
ResponderEliminarHe recordado, mientras leía tu entrada, todos esos entrenimientos que hago cuando voy en metro, y eso de los "estudios antropológicos" se ve que está difundido.
Te deseo unos buenos momentos sublimes.
Supongo que todos acabamos recurriendo a las mismas soluciones para entretener el viaje. Al menos los que tenéis cerca el trabajo ganáis tiempo para otras cosas mas fructíferas.
EliminarBesos
Muy bueno el texto. ye apunto otra idea: a mí, cuando cojo el autobús siempre acaba contándome su vida la persona que se me sienta al lado. Y he escuchado cada cosa... Lo mismo ocurre en el tre, pero como ahora no tengo trabajo, echo de menos esa rutina de ir y venir. Un tiempo también para pensar.
ResponderEliminarA todo hay que buscarle su mejor cara y al final añoramos hasta esos ratos. Lo de que te cuenten su vida suele darse sobre todo con las personas mayores ¿verdad? reconozco que con el libro en la mano es más difícil que te aborden.
EliminarBienvenida, Amparo, ya sabes donde tienes tu casa cuando te apetezca un café y un poco de charla.
Besos
El viaje en transporte público, es lo que echo de menos de mi época activa, por el estudio antropológico de la ida y la lectura de la vuelta.
ResponderEliminarBuenísimo estudio sobre los tiempos de nuestra vida (... no te lo digo. Sólo una palabra: reloj de arena ;)
Besotes
Esta claro que no es en absoluto un tiempo perdido si ahora lo añoras.
EliminarIntuyo que nuestra línea sigue cruzándose, tengo que encontrar un hueco para ver hasta donde me conduce tu pista.
Besos
Jejeje... a veces son encuentros en la tercera fase ;) No pierdas el tiempo buscando, el tiempo se te acercará. Jajaja, Y estará precedido por una de ... brujería... Jajaja
EliminarEsto es divertidísimo y cada vez que te veo en mi lateral, me pregunto :"¿habrá línea hoy?"
Besotes
Ya te jubilarás, tranquila, entonces tendrás TIEMPO para leer, coger el tren, observar ... cómo y cuando quieras; mientras tanto son muy interesantes tus reflexiones. Besicos.
ResponderEliminarTal como están las cosas a veces tengo mis dudas sobre lo de la jubilación. Espero que si llego me encuentre con tantas ganas de ese TIEMPO como tengo ahora que me falta.
EliminarBesos
Yo casi siempre he tenido la suerte de no tener que hacer un gran desplazamiento para ir a trabajar, por lo que como mucho me da para pensar un poquillo en cuestiones puntuales
ResponderEliminarbesos
Es una suerte no tener que emplear mucho tiempo en ir y volver del trabajo, a la ida ganas tiempo para dormir y a la vuelta para dedicarlo a tus cosas.
EliminarBesos
Lo bueno que tiene vivir en un pequeño pueblo, es que no tienes la necesidad de utilizar el coche ni el transporte público, pero sí que echo mano de los libros en las esperas muertas de los centros de salud o en la peluquería. Aunque llevas razón, nada como el sofá de casa. Un beso
ResponderEliminarEn un pueblo pequeño el tiempo tiene otra dimensión, creo que os cunde más y que podéis tomarlo todo con más calma, aún así es indudable que siempre se presentan tiempos de espera que hay que llenar de la mejor manera posible y leer es una de las mejores.
EliminarBesos
¿Tú crees?, Tienes que coger el coche y hacer Km hasta para ir al centro comercial...al medico al especialista... y si no tienes la gran suerte de ser una de esos cuatro puestos de trabajo que tiene el pueblo, te toca ir con tu propio coche (porque los autobuses,no coinciden con tus horarios)ir y hacerte un montón de km (con el precio de la gasolina, hoy en día..), comer en la capital...(más dinero..)y llegar a las tantas a tu casa... no.. ¡creeme! no cunde más el tiempo...¡Ah! en verano podemos dormir con la ventana abierta.....Bonito ¿verdad?... sino fuera por las chicharras que con su crip-crip no pegas ojo.... y al día siguiente otra vez con el coche....jajaja.
EliminarDespués de esta charla (se me va la cabeza)espero no haberte aburrido...jajaja
La vida hay que tomarla en positivo.
Besos
También suelo aprovechar estos momentos para leer. Aunque ahora sin trabajo lo hago bien poquito. Ahora leo más bien mientras espero a que la niña salga de la piscina o del inglés... Que no me compensa volver a casa e ir a recogerla otra vez... Aunque reconozco que a veces cuando la mente no se concentra en el libro, también me ha dado por estudiar mi alrededor...
ResponderEliminarBesotes!!!
Tiempo de espera. Como le comento a La Vieja Encina siempre hay alguno que rellenar. ¡Anda que no habré pasado yo hojas mientras el niño nadaba! en esos casos también era frecuente pegar la hebra con otros padres que estaban en lo mismo.
EliminarBesos
Lo del teletransporte ha sido mi sueño de siempre.
ResponderEliminarEs que no soporto ni las caravanas, ni el tren, ni el metro, ni nada...
Cualquier día lo invento.
Besos.
¡¡¡Eso espero, por favor!!
EliminarUn viaje en tren de media distancia o en coche sin caravana tampoco me importa, pero la ida y vuelta al trabajo y los atascos no hay quien los soporte aunque no haya más remedio que sufrirlos.
Besos
Siempre he tenido buena suerte en el aspecto del transporte. En mi etapa en Barcelona, trabajaba a las afueras y era fácil y fluido el desplazamiento. Ahora vivo en una Villa y se respira más sosiego.
ResponderEliminarMuy buena Entrada.
Un abrazo.
En estos casos una ciudad pequeña es una bendición, a la larga no solo se gana tiempo sino sobre todo tranquilidad.
EliminarBesos
Me ha encantado la entrada y la verdad es que siempre he dicho que el mayor de los inconvenientes para mi de vivir en una ciudad grande es este, ya sé que a todo se acostumbra uno y desde luego con tan provechosa actividad hasta me dan ganas. Una disertación estupenda. Y por último añado que vivo a cinco minutos andando de mi trabajo, casi asomada a la ventana puedo verlo y teniendo en cuenta el número de horas que me toca pasar allí me gusta que por ahora así sea. Un besito
ResponderEliminarDicen que a la fuerza ahorcan. Si no queda otro remedio hay que intentar buscarle su mejor cara pero sin duda poder ir andando tiene muchísimas más ventajas. ¡Tienes suerte de tener el trabajo tan cerquita!
EliminarBesos
Las personas que vivimos en ciudades medianas el tiempo de transporte es mìnimo, no estamos acostumbrados a grandes atascos.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Es una gran suerte no tener que hacer grandes desplazamientos, se gana tiempo, tranquilidad y sin duda salud.
EliminarBesos
He vivido varios años en Madrid. en realidad he pasado por varias ciudades y cuanto más grande es la ciudad mas importancia le doy a los tiempos invertidos en desplazarme. Aunque lea, aunque piense durante el viaje... siento que es tiempo desperdiciado.
ResponderEliminarAl final el señor Leo y yo bromeábamos diciendo que la calidad de vida se medía en las horas del viaje al trabajo.
Algo que puede pasar desapercibido para muchos.
Una entrada genial
Besos
Tienes razón en cuanto a la calidad de vida. Aunque haya que intentar buscarle una utilidad a ese tiempo, sin ninguna duda preferiría poder ir andando, no depender ni del coche ni de ningún otro medio de transporte y poder invertir ese tiempo en otras actividades más agradables.
EliminarEfectivamente esto lo sufrimos quienes vivimos en grandes ciudades. También se nota mucho cuando vas a una ciudad pequeña y preguntas a alguien del lugar por una dirección que apreciamos las distancias de forma muy diferente.
Besos
Tu entrada es estupenda, los que hemos pasado esa etapa sabemos muy bien de como eran las idas y venidas al trabajo. En mis años, no se leía tanto en el metro como ahora, y sin quererlo terminabas creando historias sobre quien tenias de frente. Si era coche lo que utilizabas, y había atasco mi entretenimiento era cantar, la única manera de calmar los nervios.
ResponderEliminarUn beso y feliz fin de semana.
La música en otra de las mejores formas de rellenar este tiempo inevitable y en coche que no puedes leer sin duda es la mejor distracción. ¡Qué suerte que ya no necesites pasar por ello a diario!
EliminarBesos
He estado veinte años utilizando transporte público; de esos, los últimos cinco, cogía tres medios para ir y otros tres para volver (entre 90 minutos y dos horas de camino cada viajecito). En lugar de maldecir, decidí que ese tiempo era para leer y que no era perdido. Y excepto en el metro, donde algunas veces como bien dices es imposible sacar el libro, lo aproveché bastante.
ResponderEliminarAhora trabajo a diez minutos de casa andando y mi calidad de vida ha mejorado considerablemente.
Felicidades por una entrada fabulosa.
Besindios y feliz fin de semana.
Estoy de acuerdo contigo Montse, tu experiencia es tremenda, en comparación lo mío es casi una comodidad porque solo utilizo el tren. Lo ideal es poder ir caminando y evitarte pasar tanto tiempo en el transporte público pero si no lo puedes evitar lo mejor es buscar la forma de sacarle provecho y para mí ninguna como la lectura. Te evades y hay veces que casi, casi me olvido de donde estoy.
EliminarBesos, feliz fin de semana para ti también.
Me da que vivo en una ciudad pequeñita. Normalmente uso el coche para ir al trabajo y poco más, los desplazamientos suelo hacerlos a pie, salvo si usamos el coche para ir a algún centro comercial -unos diez minutos en coche.
ResponderEliminarB7s...;)
La verdad es que es una suerte no tener que buscarle un aprovechamiento a esos viajes de ida y vuelta al trabajo. Se gana en calidad de vida sin ninguna duda, ¡disfrutarlo!
EliminarBesos
Agobio me estaba entrando y de los nervio me estaba poniendo con la experiencia cotidiana de ir al trabajo, menos mal que por fin llegas y una se siente hasta relajada. Yo soy de una ciudad donde lo que cuentas solo se ve en las películas porque podemos ir andando a todos los sitios o en bici.
ResponderEliminarbesos:)
Sí, esta experiencia "solo la disfrutamos" los que vivimos en las grandes ciudades. Yo es una de las cosas que peor llevo, cada vez que quieres ir a algún sitio necesitas mucho tiempo, el coche fatal por los atascos y por tener que aparcarlo y los transportes son un agobio. Los que vivís en ciudades pequeñas ganáis mucho en ese sentido.
EliminarBesos
En mis ta y tantos años de experiencia de ir y venir al trabajo en transporte público he tenido tiempo para todo. En dos horas diarias, que es lo que invertía en los últimos años, hasta me he echado algún sueñecito que otro... Leer, no. Imposible la concentración fuera de mi sofá. Sin embargo, en esas mañanitas de verano, cuando se esconde la luna en el Poniente y aparece el sol por el Levante sí que se me ha venido a la cabeza (y a mi bloc de notas) alguna que otra idea para construir después una historia, en verso o en prosa. Un besito.
ResponderEliminarSi ha servido para echar un sueñecito o para que germine una brillante idea sin duda ha sido un tiempo muy bien aprovechado.
EliminarA veces levanto la cabeza del libro atraída por un cielo especialmente hermoso a la salida o a la puesta de sol y entonces disfruto durante un momento del espectáculo.
Besos
Para mí la casi una hora que dedico a ir y volver del trabajo en mi coche es tiempo ganado. Es tiempo de relax, me encanta conducir e ir escuchando música y cantando. Llego al trabajo cargada de energía y optimismo, jajaja.
ResponderEliminarBesines,
Me parece estupendo Carmen. Se ve que es un viaje relajado sin agobios de trafico y atascos y una vez asumido lo mejor es encontrarle el lado bueno. ¡A mi también me encanta escuchar música y cantar en el coche!
EliminarBesos