Miles
de pies nerviosos desgastando las aceras. Un bosque de piernas que aguardan
inquietas una luz verde que les de permiso para lanzarse al asfalto. Cientos de
coches, autobuses, motos y demás familia, gruñendo y escupiendo humo. Una
multitud densa que deja un rastro de luz.
Grandes
bocas luminosas que tragan y escupen gente sin cesar, manos que aferran bolsos y
bolsas, manos o cochecitos de bebé. Bocas que se mueven incesantemente provocando
un zumbido que compite con el rugir de los coches. Hombros que se esquivan,
hombros que golpean, de uno en uno, de dos en dos, en apretado grupo que tapona
una esquina, un cruce, una entrada. Tránsito denso entre kioskos de prensa,
motos aparcadas, papeleras, farolas, postes publicitarios, bolardos, alcorques.
La vista a un metro y medio del suelo es una masa informe de rostros sin
identidad, todos confusos, indiferentes para el que mira, indiferentes en su
mirar. Luces brillantes, letras brillantes, vistosas ropas en modelos
perfectos, zapatos que se ofrecen deseosos de salir a arrastrarse por las
mugrientas aceras. Constantes provocaciones a la gula y a la sed. Grandes
carteles intentando llamar la atención, grabarse en nuestro cerebro, provocar
una respuesta que acabará llevando la mano a la cartera para aligerarla de
peso, para que se airee una tarjeta de crédito. Derroche de ruido, de luces, de
movimiento, de dinero, de gestos.
Sábado
por la tarde en una gran ciudad, cualquier ciudad. Basta, sin embargo, escapar
de la riada humana y mirar más arriba, más lejos, para que el dibujo de los
contornos y el relieve de las fachadas empiecen a contarnos su particular
historia. Anuncios publicitarios, marcas comerciales y emblemáticos locales de
ocio contribuyen también a configurar su fisonomía inconfundible. Ya no estamos
en cualquier ciudad, ya no es cualquier vía urbana, no, es la Gran Vía de
Madrid, con sus cien años de historia a cuestas.
Lo
viejo y lo nuevo fundido, superpuesto, conviviendo en extraña armonía o
sencillamente amoldado lo uno y lo otro, creando un espacio vivo y cambiante,
siempre en movimiento. La vida y el movimiento del constante tráfico humano y
mecánico que la ocupa día y noche.
Cita
indispensable con la ciudad para habitantes y visitantes. Retratada, pintada y
escenario de multitud de películas estoy segura de que no voy a descubriros
nada que no conozcáis. Yo la he recorrido de punta a punta en
infinidad de ocasiones y como suele ocurrir con lo cotidiano, acabas por no
verla, por eso un día, una tarde de sábado, en medio del hormigueo humano y el ruido infernal del tráfico, decidí pararme y mirarla. Este es
el resultado. Espero que os guste.
Es curioso... cuando era urbanita y mi vida entera giraba alrededor de la Gran Vía (trabajo, comidas, salidas, encuentros con amigos etc...) casi no la veía de tanto patearla, como quien está en su casa y la conoce hasta en sus recovecos pero ahora que vivo en las afueras, cada vez que voy, la miro. Y veo todo, todito tal y como nos lo pintas y retratas.
ResponderEliminar"Madrid amanece" pero la Gran Vïa no duerme nunca... a no ser que haya un partido de futbol de esos que hacen época y aún así... ;)
Me ha gustado y mucho tu reportaje madrileño... pero te mando besitos más tranquilos desde la sierra. :)
Ese es el problema de la Gran Vía, el exceso de movimiento que te impide apreciarla y que por costumbre olvidamos "mirarla".
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Tienes razón. Casi siempre por cotidiano dejamos de mirar nuestra ciudad. Pero un día te detienes, la miras, y te preguntas por qué no la disfrutas más. Me ha encantado este paseo por Madrid!
ResponderEliminarBesotes!!!
Nos pasa a todos y entre el barullo de gente aún más. Hay que hacer un esfuerzo para escapar de la inercia y mirar. Me alegro de que te haya gustado el paseo Margari.
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Pues me ha parecido un retrato de la vida en la ciudad excelente (te sales escribiendo, Jara). Pero es que además lo coronas con el vídeo que adjuntas. Impecable.
ResponderEliminarY un besazo!!!
Me alegro mucho de que te haya gustado Valaf, viendo de ti es todo un cumplido. El vídeo se que a veces cuesta pararse a verlo, pero en esta ocasión era más adecuado para completar ese retrato que pretendía.
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Siempre nos pasa, como si lo cotidiano (que es la vida) no tuviera importancia.
ResponderEliminarCuanto más cerca menos vemos. Hay que tomar un poquito de distancia y mirar para apreciar.
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Me encanta ir a Madrid, una ciudad que sin sus gentes sería... otra cosa. La Gran Vïa es como para sentarte a ver pasar, sin más. Una ciudad que va tan rápido hay que vivirla despacio. Y me acabas de recordar algo que tengo pendiente en Madrid (voy a solucionarlo ya mismo).
ResponderEliminar¿Qué tipo de letra le has puesto a la entrada? ¡Me encanta!
Creo que Madrid (y las grandes ciudades en general) es mejor para tomarla a sorbos pequeños. Sin darnos cuenta nos absorbe y para poder apreciarla hay que escaparse un poquito e intentar verla como si la conociéramos.
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La letra es Monotype Cursiva. En blogger no la tienes, tendrás que recurrir a un documento de word y copiar después.
Hola Jara, Siempre que he ido a Madrid me he quedado embelesada con la Gran Vía. Hay tanta vida en las ciudades. Me gusta ir al campo de vez en cuando pero soy más de ciudad. me ha encantado el texto y el vídeo. Un abrazo.
ResponderEliminarComo he comentado un poco más arriba, creo que las grandes ciudades se disfrutan mejor a pequeños sorbos. Desde dentro pueden ser muy agobiantes y además dejamos de "ver" su mejor cara. Hoy quería manifestar ese contraste: el agobio del centro en una tarde de sábado y la cotidianidad que no impiden apreciar su belleza.
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Hola Jara, me ha gustado, me ha resultado muy reconocible tu observación y a la vez he sentido un punto de nostalgia ante tanta despersonalización y soledad aunque nos estemos rozando. ¿Qué sabemos de quién? ¿Qué saben de nosotros? Todo es movimiento imparable. A veces es bueno hacer una parada, como tú has hecho, para observar, para pensar.
ResponderEliminarUn beso
Desde luego, María Pilar, es exactamente lo que quería contar hoy. Esa sensación en medio de tanta gente y la necesidad de cambiar el enfoque para apreciar lo que por habitual acabamos por no ver.
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Hola Jara, hace muchos años que no voy por Madrid, pero estoy segura que si recorriese ahora la Gran Vía no la reconocería para nada según he visto en el bonito vídeo que nos has dejado, lo que pasa también y nos sucede en todos sitios que a lo mejor estamos pasando todos los días y no le damos la importancia a las cosas como se merecen, gracias por este recorrido que nos has echo tanto por imágenes como por escrito:)
ResponderEliminarBesos.
Lo que más ha cambiado de la Gran Vía en los últimos años es que las grandes tiendas de moda han sustituido a muchos cines. Y sí, lo que tenemos más a mano acabamos por no verlo ni apreciarlo.
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Madrid es mágica. Yo disfruto mucho de mi ciudad, paseo mucho por su casco histórico y otros lugares con encantp. Un besote!
ResponderEliminarA mí a veces me cuesta verla y apreciarla, pero reconozco que cuando consigo abstraerme de las prisas y las aglomeraciones de gente disfruto corriéndola y mirándola.
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Besos
Te contesto en lunes después de haber comprobado como el mar sigue besando la arena, mientras los niños juegan con la arena , los enamorados juegan en la orilla con los pies descalzos y nosotros los mayores nos nimbamos de luz mientras la vida pasa delante de nuestro banco.
ResponderEliminarMe gusta Madrid, pero no lo cambio por esta tranquilidad tan necesaria.
Será cuestión de edades. Seguro.
Un abrazo.
Me da envidia ese mar y la tranquilidad que disfrutas. Madrid es mi ciudad y estoy acostumbrada a ella, además mientras el trabajo esté aquí no hay más opciones, pero no creo que sea el mejor lugar para vivir, se tenga la edad que se tenga. Estoy segura de que yo la disfrutaría mucho más visitándola de vez en cuando.
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Yo lo siento pero cada vez odio más la capital,llevo toda la vida en ella y cada vez se me hace más irrespirable. Menos mal que tenemos la sierra y sus alrededores para poder escaparnos de la boragine que representa la ciudad.
ResponderEliminarunos besotes
A mi me pasa lo mismo. La soporto, no hay más remedio, pero somos demasiados y tendemos a concentrarnos en los mismos sitios al mismo tiempo y como consecuencia de ello nos olvidamos de mirar y apreciar su belleza, que también la tiene.
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Echo mucho de menos Madrid, por eso me escapo cada vez que puedo.
ResponderEliminarMe gusta la ciudad, las grandes ciudades
Besos
Madrid es mi ciudad y estoy acostumbrada a ella, pero creo que las grandes ciudades son mejores para visitarlas que para vivir en ellas. El exceso de gente y de ruido te impide muchas veces disfrutar y apreciar las calles, las plazas, los espacios en general.
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Has descrito muy bien como es Madrid con su ajetreo de gente. La Gran Vía es para detenerse y disfrutarla como si fuésemos turistas.
ResponderEliminarBesos Jara.
Tienes razón Rafaela, cuando lo tenemos tan encima nos olvidamos de verlo y además está siempre tan lleno que es difícil apreciarlo. Creo que las grandes ciudades se disfrutan más a pequeños sorbos de vez en cuando.
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No me gusta que invadan mi espacio, no me gusta el ruido, no me gusta la gente que habla alto, no me gustan las luces deslumbrantes. Y eso que vivo en una pequeña ciudad... Cada vez soy más de campo y de verde y de aire (casi) puro y de naturaleza. Vamos, que soy una pueblerina tirando a rústica, jeje.
ResponderEliminarBesines, Jara!
Yo también Carmen. Si pudiera elegir no viviría en Madrid y espero que algún día no tenga que estar atada a un trabajo y pueda disfrutar del campo y del mar. Sé que disfrutaría mucho más de Madrid si viniera de visita de vez en cuando. Me gusta esta ciudad cuando consigo verla, el problema es que somos muchos y nos juntamos al mismo tiempo en los mismos sitios.
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Jara, te cuento que me agobian las grandes ciudades...¡¡No puedo con ellas!!...Sin embargo, el relato que nos ofreces dota a ese bullicio de unos matices románticos exquisitos...;)))
ResponderEliminarB7s
Ese bullicio está bien tomado a sorbos pequeñitos y de vez en cuando, sino puedes acabar empachada. Creo que las grandes ciudades no son el mejor sitio para vivir, pero hay cosas que te vienen dadas y es mejor buscarle la cara buena.
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Ahí nunca me encontrarás.
ResponderEliminarVivo en una gran ciudad pero voy a contracorriente.
Besos.
Voy menos al centro de lo que me gustaría precisamente porque cada vez me cuesta más tener que lidiar con tanta aglomeración que hace imposible andar, ni mirar, ni apreciar, ni disfrutar de nada. Intento de vez en cuando salir de esa corriente y mirar con otros ojos para apreciar lo que de bello hay en esta gran ciudad.
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Hola, Jara. Será la edad, pero lo cierto es que odio las masificaciones. por lo que seguro, que a mi no me vas a encontrar nunca por ahí, y con lo a gusto que estoy yo en el pueblo, que sales a comprar algo y te paras a saludar o a charlar, con los abueletes en un banco, sin que nadie te moleste, respirando aire puro. y en lugar de ver esos mastodonticos edificios de hormigon, te rodean casitas blancas más o menos humildes con sus paredes pintadas con cal blanca. ¡Esto es vida, para mi!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sin duda creo que la vida es mucho más agradable en una ciudad pequeña o en un pueblo. Aunque es cierto que a ciertas edades apetece más tener mucha oferta de ocio y se llevan mejor las aglomeraciones y el ruido. Yo la verdad es que si pudiera no viviría en Madrid y espero que algún día pueda disfrutar de ella a pequeñas temporadas.
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