Voy hacia la cocina con las manos cargadas de
ropa para lavar. Al pasar miro de refilón hacia el salón. Cuando el impulso casi me ha situado en mitad de la cocina, me paro y vuelvo sobre mis pasos. Una
luz, un reflejo, ha captado mi atención. Despacio me sitúo sin hacer ruido
frente a la puerta del salón y con las manos llenas de toallas usadas me paro a
mirarle.
Tiene el portátil sobre las rodillas, las
manos descansan en los bordes del teclado, la mirada clavada en la pantalla que
absorbe toda su atención. Está tan concentrado que no advierte mi presencia.
Me detengo en su perfil serio, adusto incluso,
en su pelo que la luz del atardecer hace brillar, resaltando esas canas que
van ganándole terreno al pelo oscuro, aún espeso. Las gafas se han escurrido hasta
la punta de la nariz. Justo en ese momento, como si hubiera oído mi
pensamiento, su mano derecha sube para
colocarlas en su sitio. Durante un momento contengo la respiración, no quiero
delatar mi presencia. No se si será por la luz dorada que inunda el salón pero
de pronto me invade una intensa sensación que no sé como describir: de
reconocimiento, de tranquilidad, de satisfacción...
Paso revista a cada una de sus arrugas, esas
que veo todos los días sin apenas reparar en ellas, las horizontales que se le
forman en la frente por la concentración, las finas en tono a los ojos que
ahora casi no se aprecian pero que
forman una tupida red cuando sus ojos se contraen con la risa y las que se
marcan en las mejillas, apenas perceptibles en estos momentos, pero que adivino
en el contraluz agazapadas a la espera
de dar vida a ese rostro tan querido.
Repaso su boca, el perfil de esos labios
carnosos que pueden ser cálidos y tiernos o apremiantes y golosos cuando me
besan. Casi sin darme cuenta saco la lengua para humedecer los míos y suelto
despacio el aire que había estado conteniendo sin darme cuenta. Miro sus
hombros aún fuertes, su espalda ancha y esa barriga que así recostado en el
sofá forma una curva que se dibuja oronda contra la luz de la ventana. Sonrío
inevitablemente, ¡cuantas peleas a cuenta de la comida! Ahora sé que no hay
nada que hacer. Para él comer es uno de los grandes placeres de la vida. Demasiadas cosas nos están
vedadas, demasiadas nos regatea la rutina diaria y las obligaciones como para
contenerse con una que está al alcance de nuestra mano y tanta satisfacción nos
produce. Más allá de una mínima prudencia me he rendido a esa curva sobre la
que me recuesto blandamente cuando sentados en el sofá vemos una película.
La luz va decayendo, ya apenas distingo sus
rasgos pero no quiero moverme, quiero grabar esa imagen en mi mente, saboreo
con deleite el momento, este momento que quisiera eterno, la constatación
cierta y repentina de tenerle ahí, con sus canas y sus arrugas y su barriga,
pero también con sus ojos vivos, con sus manos fuertes, con su risa franca. El
mismo chico que conocí con 25 años está ahí, igual y mejor, porque sus arrugas
se han dibujado a mi lado, y sus canas las hemos pintado juntos y su barriga...
bueno, la hemos aceptado como consecuencia inevitable de tantas deliciosas
comidas disfrutadas.
Me duele de golpe esta plena conciencia de lo
que tengo por el miedo repentino de perderlo. Como un mazazo la idea estalla en
mi cabeza, ¿y si un día cuando vaya hacia la cocina y mire de refilón al salón
él ya no está ahí? Sacudo la cabeza como
si así pudiera sacar la odiosa idea de ella
y es tan brusco el movimiento que sin querer rozo, con la ropa que llevo
en las manos, el ramo de flores secas que hay a mi izquierda.
Carlos levanta la cabeza sorprendido y me mira.
-¿Qué haces ahí plantada?
-No estoy plantada, iba a echar las toallas a
lavar y he rozado las flores al pasar. ¿Quieres que te encienda la luz? Estás a
oscuras, te vas a dejar los ojos pegados a la pantalla.
-Sí, gracias. No me he dado cuenta de lo tarde
que se ha hecho. ¿Me voy poniendo con la cena?
Dejo la ropa en el suelo y entro en el salón
para dar la luz. El momento ha pasado. Los potentes focos halógenos se lo han llevado junto con las
sombras. Me acerco hasta el sofá y me inclino sobre él que levanta la cabeza
para recibir mi beso. Me sonríe.
-Esto quiere decir que sí, que me vaya ya a
hacer la cena ¿no?
-No, esto es porque sí. Sigue un rato todavía
con el ordenador. Voy a poner primero la lavadora, ya te aviso después y la
hacemos entre los dos.
Al salir del salón veo que el equipo de música
está encendido, no sé que Cd está puesto pero le doy al play de todas formas, me gusta cantar
mientras hago la cena. Cuando empieza a
sonar la música no puedo evitar la sonrisa, es una de mis preferidas y esta
noche más aun. Me vuelvo hacia Carlos y le pregunto.
-No te molesta la música ¿verdad?
-No, ya estoy apagando. En un momento estoy
contigo en la cocina.
Tarareando recojo la ropa que había dejado
tirada en el recibidor y sigo hacia la cocina pensando si será mejor hacer las
judías verdes rehogadas o en ensalada, con tomate, atún y huevo duro.
Magnifica entrada Jara, enhorabuena por saber expresar tus sentimientos de forma tan natural y sencilla. De verdad me ha encantado.
ResponderEliminarNada de pensar en que un día no este, vive el presente como lo haces.
Besos.
Que vuestros corazones "no se pasen de moda" nunca, Jara. Un besito.
ResponderEliminarMuy bonito.
ResponderEliminar¡¡Hola Jara!!
ResponderEliminarMe ha encantado tú entrada y como nos enseñas de forma tan natural, esos momentos únicos y mágicos, del día a día.
Besos y Feliz Semana.
Cuantas sensaciones me has hecho revivir !!!!!!
ResponderEliminarPreciosa Jara, ahora me queda la duda de si estas palabras también las lee él. A mi que me cuesta mostrar a quien sea, por escrito es más fácil, infinitamente para mi, pero la mayoría de veces eso queda guardado. Y tú, no lo guardas y lo compartes con todos. Me admiro. Bravo por el texto, la valentía y por el amor.
ResponderEliminarBesos
Las lee, las lee. No siempre, pero estas las ha leído y le han gustado, jajaja.
EliminarBesos
Precioso el relato , la prosa y el contenido...tu si que sabes lo que es el AMOR , sin reservas !! enhorabuena y besoss
ResponderEliminarQue tierno y emotivo.
ResponderEliminarQue sigáis juntos muchos y muchos años.
Besos.
ay qué entrada tan bonita, en algunas partes me he sentido identificada con las sensaciones y sentimientos. Espero que sigáis así por mucho mucho tiempo, qué es muy bonito vivir día a día junto a nuestra pareja compartiendo esos momentos cotidianos
ResponderEliminarbesos
Qué bonito es el amor sobre todo en primavera decía la canción, verdad? En invierno, verano y otoño también!! Que dure, que dure...
ResponderEliminarBesos,
Un Relato lleno de sinceros y frescos momentos...de Amor.
ResponderEliminarPreciosa Entrada.
Abrazos.
Me parece una rutina preciosa, eso es amor y lo demás son tonterías, que te guste hasta su barriga, sus arrugas, que sientas lo mismo o más después de tantos años, me parece absolutamente maravilloso.
ResponderEliminarBESICOS.
Qué preciosidad, la de los pequeños momentos fugaces que nos dan las grandes sensaciones.
ResponderEliminarMe emocionaste hoy
besos
Un momento mágico el que has compartido con nosotros. ¿Qué sería de la vida sin estos momentos? Nos dejamos llevar por la rutina diaria que a veces no nos damos cuenta de lo que tenemos. Y de repente un chispazo en cualquier momento del día y nos lo recuerda. Nos recuerda que aún está ahí el chico del que nos enamoramos, que detras de esas canas, que detrás de esa curvita de la felicidad ahí sigue, todos los días a nuestro lado, envejeciendo juntos. ¿Hay algo más bonito? Preciosa y tierna entrada!
ResponderEliminarBesotes!!!
¿Qué te voy a decir que no hayan dicho ya? Me ha encantado, has logrado atraparme y hacerme partícipe de esa escena.Besos
ResponderEliminarUn genial relato donde los pasos del amor nos hacen nostàlgicos.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Esas pequeñas cosas... toda una vida. Que la rutina nos esconde tan a menudo.
ResponderEliminarTierno, muy tierno.
Besos y sonrisa.
ADMIRABLE RETRATO DE LA VIDA DIARIA, TAN VALIOSA, EN LA QUE A VECES POR LOS APUROS NO REPARAMOS. ES BUENO DARSE UN RESPIRO Y MIRARLA CON OTROS OJOS, CON LOS OJOS DEL AMOR.
ResponderEliminarBESITOS
Muchas gracias a todos por pasar a tomaros un café conmigo, me ha encantado vuestra visita y vuestros comentarios.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Hola Jara, que bonito momento que nos has contado y tal como lo has descrito parecía que estábamos a tu lado viendo lo mismo, siempre tenemos que valorar y disfrutar de lo que tenemos, ya que llegara un día y como bien has dicho quizás ya no este esa persona querida a nuestro lado, entonces tendremos estos momentos para el recuerdo, sed muy felices y disfrutar día a día de estos momentos:)
ResponderEliminarBesos.
He quedado commovido por el relato, por esa naturalidad con la que vas desgranando el momento, por el modo en que recreas el sentir, por los pensamientos que a todos nos asaltan cuando nos sentimos como tú en ese instante.
ResponderEliminarY por las dudas y miedos que nos surgen sobre el devenir y que van más alla de elegir entre judias verdes rehogadas o en ensalada :-)
Un abrazo.