Laura abre los ojos, algo la ha despertado. Un
ruido fuerte, no sabe donde. Tanteando se topa con el chupete y se lo mete en
la boca. Inmediatamente cierra los ojos pero tras unos instantes de
succionar ansiosamente el sueño no
vuelve. Abre los ojos y se sienta en la cuna. Mira a su alrededor, está oscuro
y no oye nada, ni las voces de papá y mamá ni el susurro de la televisión. Se
quita el chupete de la boca y lanza un gemido. Hay una sombra oscura y enorme
justo enfrente que parece a punto de atraparla. Está empezando a asustarse
¿dónde está papá con el cuento? ¿o mamá?
En un pequeño respiro Laura advierte que un
resplandor ilumina la habitación, el monstruo amenazante parece coger impulso y
ella grita más fuerte para ahuyentarle. Por fin entre las lágrimas alcanza a
ver que una figura familiar se recorta en la entrada ¡¡¡pero donde te habías
metido!!! le grita mentalmente con todas sus fuerzas mientras arrecia su
llanto.
Mamá se acerca y le dice algo pero ella llora
tan fuerte que no la escucha. La estrella que hay por encima de la cuna se
enciende y una suave luz amarilla le da forma a sus juguetes, a los cuadros, a
las cortinas, a los muebles.
Mamá se inclina y la coge en brazos. ¿Qué
pasa, mi niña, te has hecho daño? ¿Te duele algo?
Ella no puede parar de llorar, está muy
asustada todavía. Tras un pequeño examen para comprobar que la frente no está
caliente y que el color rojo intenso de su cara se debe a la congestión del llanto mamá la abraza, la
acuna y le susurra suaves palabras mientras le acaricia la espalda, “ya mi
niña, ya pasó todo, chisss, yaaaaa, yaaaaaa”
Poco a poco el llanto de Laura pierde fuerza. Con el chupete que su madre ha rescatado de la cuna se calma lo suficiente como para mirar a su alrededor. Yogui sentado en su repisa, donde antes se había colocado el monstruo negro para asustarla, le sonríe. En el suelo la locomotora con sus grandes ruedas rojas está volcada en un rincón. En la mesita al lado de la cuna está ese cuento grande que estuvo viendo con papá antes de… antes.
Con un suspiro y algún que otro hipido Laura
apoya la cabeza en el hombro de su madre y cierra los ojos. ¡Huuummm, que bien
huele! Huele a mamá. Siente la mano que sube y baja despacio por su espalda.
Escucha el arrullo suave que su madre le canta despacito. El movimiento
acompasado a uno y otro lado que acompaña al sonido. Su cuerpo se relaja, se
apoya blandamente en el brazo firme que la sostiene por debajo del pañal. Una
mano cae sin fuerza a un lado de su cuerpo, la otra rodea el cuello de su madre
y se agarra a un mechón de su pelo.
¡Mmmmm, nananaaaaa, nanaaaaná, duermete
chiquitiiiiita!
Todo está tranquilo, los monstruos se han
marchado, que rico el chupete, chup, chup, los párpados le pesan mucho, chup,
la canción se ha convertido en un susurro apenas que viene y va, chup, chup,
mamá me de un besito muy suave… y otro, chup…chup, ¡Ay, estoy taaan cansada! Chup… chup… … chup… … … chup… … …
… chup… … … … ...
El mío se llamaba Osito... hasta que perdió un ojo... luego le llamaron "Osito-ojitos-de-oro" y esta historia la tengo programada para el 22 de enero: el martes más cercno a mi cumpleaños y al de un niño para mí, muy querido, aunque no le conozca más que en foto... :), Jara, me dan escalofríos nuestras coincidencias... que bailan alrededor nuestro como puntos suspensivos... ;)
ResponderEliminarummm ¡qué bien huele! chup...chup...
¡Qué curioso, Framboise! Me has dejado sorprendida también porque no es la primera vez que tenemos una especie de transferencia de ideas o intenciones.
EliminarEsperaré con interés el 22 de enero para conocer a Osito...
Besos
¡Qué bonito y tierno! Quién pudiera estar en la mente de un niño para saber qué piensan a veces... Y qué momentos tan mágicos cuando sólo los brazos de nuestros padres son suficientes para calmarnos, para darnos seguridad y alejar todos los miedos...
ResponderEliminarBesotes!!!
La verdad es muchas veces no tenemos ni idea de por qué lloran o qué les pasa, pero esa seguridad que dan los brazos de los padres no se vuelve a encontrar nunca... y la ternura que inspiran cuando son ellos lo que se abandonan en los tuyos.
EliminarBesos
¡Qué preciosidad! me ha encantado sobre todo porque me ha recordado a mi sobrinita, qué tierno
ResponderEliminarbesos
Seguro que también has tenido que consolarla más de una vez ¿verdad?
EliminarSon unos momentos especiales que unen mucho.
Besos
Muy bonito relato Jara! que tendrán los brazos de su madre para un niño. No deberían faltarle nunca.
ResponderEliminarBesos.
No Rafaela, no se me ocurre nada peor que un niño sin los brazos de sus padres para darle consuelo, seguridad y cariño, ni unos brazos que pierdan al niño que abrazaban.
EliminarBesos
¿Te quieres creer que con el "cup, chup, chuo" he estado a punto de dejar caer mi cabeza sobre el teclado del ordenador...? Me ha gustado tu paréntesis. Un beso.
ResponderEliminarJa,ja, es que a estas horas si yo tuviera un hombro sobre el que recostarme seguro que ya me habría dormido. Me alegro de que te haya gustado Koncha.
EliminarBesos
¡¡Precioso relato!!
ResponderEliminarSiempre que se habla sobre niños, siento mucha ternura.
Besitos.
Me alegro de que te haya gustado, Susana.
EliminarLos niños necesitan muy poco para despertar nuestra ternura, pero también hay que reconocer que un niño con una rabieta puede desquiciarte, lo que pasa es que al final eso se te olvida y te quedas con la ternura.
Besos
jajaja..... sabes lo bueno..... que como no tengo hijos, me quedo con la ternura, uff pobres... pero la rabieta....no les queda más remedio que soportarlo a los padres...jajaja.
EliminarBesitos.
P.D. Creo que se nota que me estaba quedando dormidita... "chup, chup, chup" ¡madre mía, estos deditos!
ResponderEliminarCreo que hoy la siesta ha sido corta y vas a tener que irte pronto a la cama aunque mañana no tengas que madrugar!
EliminarLa verdad Koncha es que me ha parecido que hacías tu propia interpretación del sonido que hace Laura con su chupete.
Besos
¡Vaya, si lo sé me callo, y había quedado la mar de original, ja ja ja!
EliminarMuy bonito pero sobre todo muy tierno, el objetivo principal del paréntesis. Besos
ResponderEliminarEfectivamente esa era la idea Marilú. Los niños nos hacen reir, nos sacan de quicio, nos preocupan... pero sobre todo nos ofrecen unos momentos de ternura inolvidables.
EliminarBesos
¡La competencia! ¡Jara es la competencia! No, si después del blog vendrá el libro... Nada, que el caso es sorprender a tu amigo Román... chup, chup,chup...
ResponderEliminarQué tierno paréntesis ¡Queremos otro ya! Paréntesis, no estoy hablando de Laura...
¡Besazos, Jara!
Tranquilo Román, que yo apenas alcanzo el grado de aprendiz bloguera y de momento es más que suficiente. ¿Otro? Hace un momento se me han revelado las teclas del ordenador, las ideas en la cabeza, las musas se han ido dando un portazo y yo a punto he estado de hacer lo mismo.
EliminarBesos
Y las noches y años que quedan por delante de sueños interrumpidos, besos, sueños recuperados entre abrazos y almohadas... con sus dos osos de peluche. «¿Cuántos ositos estamos en la cama?» «¡Cuatro!»...
ResponderEliminarHermoso y tierno.
Cuando están pasando parece que quedan muchas como esas. Cuando te quieres dar cuenta se han quedado atrás y contarlo es volver a vivirlo.
EliminarBesos
Qué bonita entrada Jara, tiernísima. Casi podía ver la carita asustada y los rasgos relajarse ante el olor de mamá
ResponderEliminarBesos
Qué curioso instinto nos vuelve tan vulnerables ante la carita de un bebé ¿verdad? No podemos evitar responder a su llanto ni a su sonrisa.
EliminarBesos
Te deseo felices fiestas y año nuevo en unión de tus seres queridos.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Gracias Manuel. Igualmente para ti y los tuyos, que paséis unas felices fiestas y mis mejores deseos para el nuevo año.
EliminarBesos