Hemos dejado el verano atrás, el
blog y su cafetera van entrando en calor y las viejas costumbres
vuelven a brotar con la lluvia, como las setas, así que hoy, último
viernes del mes de octubre, toca liar el petate y ponernos de nuevo
en marcha. Toca viajar y jugar. ¿Quien se anima?
Octubre es un mes perfecto para
viajar. A ver, a mi ninguno me parece malo cuando se trata de coger
carretera y manta, pero lo cierto es que objetivamente
hablando es un
mes estupendo. Los días aún no se han acortado demasiado, las
temperaturas son suaves y la luz y los colores del otoño son únicos
y hay que sacarles provecho. Solo necesitamos una pizca de suerte
para que la lluvia, si se presenta, sea una compañía llevadera y no
excluyente. Así que armados con la cámara de fotos, un buen calzado
y un paraguas nos ponemos en marcha.
En estas fechas hay que cederle
el protagonismo al paisaje porque para ello se viste de gala y desde
luego os aseguro que ha sido una autentica gozada recorrer estas tierras, estos valles y montes donde el verde ya ha empezado a
rendirse y a ceder su espacio a los amarillos, los ocres y rojizos
creando unas combinaciones bellísimas. Castaños, hayas, vides,
chopos, álamos... una auténtica sinfonía de color.
Pero no es solo el medio natural,
también vamos a encontrarnos unos pueblos en los que El Camino ha
ido dejando su huella. Llenos de historia, monumentos, iglesias,
monasterios. Calles para recorrer despacio, ruinas para escuchar con
calma.
Carreteras angostas por la que conduces con los dedos cruzados para
no encontrarte con ningún otro vehículo tras esa curva ciega y
estrecha, valles cerrados a los que el silencio les da nombre.
Pequeños pueblos de calles embarradas, casas de piedra, tejados de
pizarra, donde la llegada de los que vienen de la capital a recoger
la castaña convierte su vida en una vorágine.

además de todo eso cuenta la zona con un espacio natural declarado Patrimonio de la Humanidad que he dejado para el final porque supongo que puede ser suficientemente conocido como para daros la clave de todo el viaje y que, por supuesto, también el por sí solo lo justificaría plenamente.
¿Os parecen pocas razones para
perderos por aquí? Pues hay muchas más. Yo tampoco he alcanzado a
conocerlas todas, lo que, superada la primera frustración no es sino
la excusa perfecta para volver en otra ocasión. Y pronto, espero.
Ahora os toca a vosotros, seguro que alguno ya sabe por donde ha transcurrido nuestro viaje de hoy y en todo caso ya sabéis que por probar nada se pierde. Os animo a pinchar en las imágenes y verlas a tamaño completo, no os perderéis ningún detalle.